La historia del pensamiento médico ha mostrado una intención a favor de la simplificación y
el reduccionismo. Para entender los fenómenos se ha recurrido a la artificiosidad de aislarlos
de su contexto y buscar los caminos más directos que permitan comprender las interrelaciones.
En algún tiempo, especialmente durante el auge de la microbiología, se pensó que la
medicina era una disciplina de tres columnas: una que señalaba el nombre de la enfermedad
(diagnóstico nosológico), otra que refería al agente etiológico (casi siempre un microbio) y la
última que recomendaba el medicamento que destruía al microbio. Hoy está claro que la práctica
médica no es tan simple: el diagnóstico nosológico no es más que un artificio, operativo
y didáctico; todas las enfermedades son multicausales y cada decisión terapéutica tiene una
variedad de alternativas y combinaciones. El paradigma prevaleciente no parece apropiado
para explicar muchos fenómenos de la clínica, de la dinámica de las enfermedades, de los
desenlaces terapéuticos, de la fisiopatología, de las interacciones durante la comorbilidad, de
la evolución de los pacientes. Conviene pues explorar otras alternativas y, sobre todo, intentar
aplicar lo que se ha avanzado en la comprensión del mundo complejo, al que ciertamente
pertenecen las enfermedades, los enfermos, la sociedad, los medicamentos, la fisiología, la
fisiopatología y la farmacología.
Por el momento, la aplicación de las ciencias de la complejidad a la clínica requiere de
cierta experiencia en los fenómenos de salud y enfermedad, haber reflexionado sobre sus misterios,
abandonar el dogma y la tradición que parece tener explicación para todo, cuestionar
lo establecido y estar abierto a alternativas ciertamente iconoclastas. Por ahora parece éste un espacio de reflexión sustentada en enfoques modernos y verdaderamente
innovadores. Si nos ubicamos en el estudio clínico de los enfermos, cualquier
persona que haya tenido un mínimo de exposición a pacientes se percata que cuanto expresan
se parece poco a lo que describen los textos (“los pacientes no leen los libros”), que prácticamente
ninguno de ellos reproduce la enfermedad prevista, que acaso se manifiesta con fragmentos
de diferentes enfermedades pero cada uno de ellos atípico, que cada expresión patogé-
nica tiene influencia sobre las otras y, al final, se produce una entidad única, irreconocible, que
da apoyo al viejo aforismo de que “no hay enfermedades sino enfermos”. La comorbilidad,
la polifarmacia, las influencias externas, la combinación con procesos de envejecimiento o de
maduración, exigen efectivamente una nueva visión. La primera frustración del estudiante de
medicina es que los padecimientos no son iguales que las enfermedades.
Ya no se diga lo que ocurre en el terreno epidemiológico en el que el modelo prevalente
ha resultado insuficiente, y, en parte por ello, los logros en salud pública han sido insuficientes
o podrían ser mayores. Tan sólo la multicausalidad, bien reconocida desde hace tiempo, requiere
una visión diferente, tanto de la patogenia como de la prevención. La era de los estilos
de vida ya no se adapta al modelo lineal, por ejemplo, de los postulados de Koch o de la teoría
microbiana de las enfermedades.
La especialización sustentada en el reduccionismo ha llegado a su límite conceptual,
sobre todo si excluye la transdisciplina, se aferra a fronteras perfectamente definidas, menosprecia
cuanto está fuera de ella y, acaso, se vislumbra como territorio y poder, exclusiva y
excluyente.
Parece indispensable que se abra un espacio para la complejidad, que se creen expertos
en las relaciones de la medicina con la complejidad, el caos, la no linealidad, la teoría de
redes, los modelos estocásticos, la confrontación con la incertidumbre, los modelos abiertos
e inestables; superar el pensamiento simple, lineal, que espera efectos predeterminados, lo
determinista, reduccionista, incapaz de comprender los desenlaces inesperados, ordenados,
estables, disciplinados y obedientes.
LECTURAS RECOMENDADAS
• Ruelas E, Cocho G, Villegas M. Complejidad, sistemas de salud y calidad. Disponible en: http://coevolución.
net/index.php/component/content/article 183-complejidad-y-salud
• Ruelas E, Mansilla R, Rosado J. Las ciencias de la complejidad y la innovación médica. Ensayos y modelos.
Secretaría de Salud. México. 2006.
No hay comentarios:
Publicar un comentario