domingo, 28 de abril de 2019

Bronquiectasias

Bronquiectasias
Resumen de los conceptos vertidos en la Clase Magistral 2019 del Royal College of Physicians sobre diagnóstico y tratamiento de las bronquiectasiasAutor: Royal College of Physicians,a la orden del Dr John Firth Clinical Medicine 2019. Vol. 19. Nº 1, 64-67.
Etiología
Las bronquiectasias son una condición que se caracteriza por la dilatación permanente de los bronquios, causadas por una variedad de razones pero en más del 50% de los pacientes, no se encuentra una causa definida.
Puntos clave
Las exacerbaciones de las bronquiectasias que requieren antibióticos se caracterizan por:
• Aumento del volumen del esputo
• Aumento de la purulencia del esputo
• Mayor tos, sibilancias o malestar sistémico. 
Radiografía simple de tórax. Las líneas de tranvía en el lóbulo inferior derecho son consistentes con las bronquiectasias.
TC de alta resolución. Bronquiectasias bilaterales gruesas, más prominentes en el pulmón derecho, con el aspecto clásico de "anillo de sello" generado por un bronquio agrandado y un vaso vecino.
Causas de bronquiectasias
CausasEjemplos
Idiopática 
PostinfecciosaInfección respiratoria en la infancia (sarampión, tos convulsa o bronquiolitis), neumonía, tuberculosis pulmonar y micobacterias no tuberculosis (por ej., Complejo Mycobacterium avium)
Obstrucción bronquialCuerpo extraño inhalado, tumor endobronquial, ganglio linfático extrínseco/compresión tumoral y síndrome del lóbulo medio
Defectos  de la depuración mucociliar • Genético: fibrosis quística y discinesia ciliar primaria. (síndrome de Kartagener)
 • Adquirido: síndrome de Young (azoospermia y sinusitis) e inhalación de gases tóxicos.
InmunodeficienciaInmunodeficiencia variable común y VIH
CongénitaDeficiencia de α1 antitripsina, síndrome de Williams–Campbell (deficiencia del cartílago bronquial), síndrome de McLeod (enfisema unilateral) y secuestro pulmonar pulmón (no funcionante con irrigación sanguínea desde la aorta.
Hiper respuesta inmunológicoAspergilosis pulmonar bacteriana alérgica y post trasplante de pulmón
OtrosEnfermedad por reflujo gastroesofágico, artritis reumatoidea, síndrome de Sjögren, lupus eritematoso sistémico, sarcoidosis, síndrome de la uña amarilla, colitis ulcerosa, síndrome de Marfan y síndrome de Ehlers-Danlos

Patología
La colonización bacteriana recurrente y la infección provocan la lesión de la vía aérea mediada por neutrófilos, linfocitos T y citocinas impulsadas por los monocitos.
Los mediadores inflamatorios liberados, elastasa y colagenasa, provocan a su vez inflamación y posterior destrucción de los componentes elásticos y musculares de las paredes bronquiales, lo que lleva a la dilatación permanente de la pared bronquial.
> Presentación clínica
Las manifestaciones clínicas clásicas de las bronquiectasias son la tos y la producción diaria de esputo mucopurulento y adherente: >10 ml/día sugiere bronquiectasias leves; >150 ml/día indica bronquiectasias severas.
Síntomas de bronquiectasias (frecuencia)
ComunesTos (90%)
Producción diaria de esputo (76%)
Disnea (72%)
Hemoptisis (50%)
Dolor pleural recurrente
InfrecuentesSinusitis crónica

Signos de bronquiectasias (frecuencia)
ComunesEstertores (gruesos; al comienzo de la temprano y final de la espiratorio) (70%)
Sibilancias (44%)
Dedos en palillo de tambor (30%)
Halitosis
InfrecuentesSíndrome específico (por ej., uñas descoloridas/linfedema/ derrame pleural en el síndrome de uñas amarillas.
Situs inversus en el síndrome de Kartagener
> Investigaciones
Las investigaciones se realizan para confirmar la sospecha clínica de bronquiectasias, identificar cualquier causa subyacente potencialmente tratable y evaluar cualquier deterioro funcional y extensión de las bronquiectasias.
Investigaciones en las bronquiectasias
Tipo de pruebaDescripciónPosibles hallazgos. Indicaciones
GenéricoRx de tóraxJunto con la presentación clínica, puede ser suficiente para establecer el diagnóstico, aunque no siempre es anormal.
Buscar líneas de tranvía (líneas gruesas paralelas representando paredes bronquiales engrosadas y dilatadas), opacidades anulares, sombras en bandas (bronquios rellenos de líquidas o moco), marcas bronquiales apiñadas resultantes de atelectasia y aspecto de "dedo en guante" (bronquios centrales impactados)
TC de alta resoluciónIndicado si existe sospecha clínica de bronquiectasias pero la Rx de tórax es normal, existen otras anomalías en una Rx de tórax que necesitan aclaración, o si la cirugía puede ser contemplado. Una distribución central (perihiliar) sugiere ABPA y la distribución en el lóbulo superior sugiere FQ/TB pulmonar previa. 
Pruebas de función pulmonaPatrón obstructivo
Gases en sangre arterialHipoxia y/o hipercapnia en enfermedad avanzada
Cultivo de esputoHaemophilus influenzasStreptococcus pneu1moniaeStaphylococcus aureus (si es recurrente esto puede indicar una presentación atípica de FQ y Pseudomonas aeruginosa
BroncoscopiaPara excluir cuerpo extraño/lesión endobronquial o evaluar y localizar la fuente de la hemoptisis
Específicas para enfermedad subyacenteInmunoglobulinas séricasIgG/IgG específica (a neumococo y H. influenzae)/IgA
 
Concentración de Na en el sudorFQ
 FQ
Eosinófilos/cribado de ABPAABPA
ECA/calcioSarcoidosis
Fr/ANA/ANCAArtritis reumatoidea. LES. vasculitis
ABPA: aspergilosis broncopulmonar alérgica. ANA: anticuerpos antinucleares. ANCA: anticuerpos antineutrófilos citoplasmáticos. ECA: enzima convertidora de angiotensina. FQ: fibrosis quística. Fr: factor reumatoideo. LES: lupus eritematoso sistémico. TB: tuberculosis
 
> Microbiología
Los pacientes con bronquiectasias suelen experimentar infecciones recurrentes del tracto respiratorio. La prevención de la infección y el tratamiento inmediato de las exacerbaciones infecciosas agudas son la piedra angular del tratamiento, para minimizar el daño pulmonar y mantener la función pulmonar.
Antes de comenzar la administración de antibióticos se debe realizar el cultivo del esputo, cuando el paciente con bronquiectasias se halla en estado estable y también en el momento de la exacerbación.
Puntos clave
Diagnóstico
Buscar siempre la causa de la bronquiectasia, ya que hallada, puede llevar a un tratamiento que retarda o detenga la progresión de enfermedad.
Tratamiento
Es esencial que el esputo del paciente se envíe por rutina. La microscopía bacteriana y micobacteriana y el cultivo antes de la indicación de antibióticos, al inicio de las exacerbaciones; el tratamiento no se aplazará a la espera de  los resultados pendientes.

Tratamiento
Fisioterapia torácica
Es fundamental para el tratamiento, y se aconseja realizarla al menos 2 veces/día. Esto incluye el drenaje postural, el ciclo activo de técnicas respiratorias y los dispositivos espiratorios oscilantes positivos.
 Complementos para depurar el esputo
La solución salina nebulizada (normal o hipertónica) ayuda a eliminar el moco. Los mucolíticos (por ej., carbocisteína) se usan a menudo para reducir la viscosidad del esputo, aunque hay poca evidencia de beneficios provenientes de trabajos aleatorizados.
Antibióticos para las infecciones agudas
Enviar esputo para cultivo. Comenzar los antibióticos en forma empírica, en un curso 14 días. Si el paciente no está respondiendo, ajustar el tratamiento antibiótico según el resultado del cultivo de esputo.
Si el paciente está muy mal, no ha respondido a los antibióticos orales o tiene organismos resistentes (a menudo Pseudomonas), están indicados los antibióticos por vía intravenosa.
Antibióticos profilácticos a largo plazo
Considerar los antibióticos a largo plazo si hay más de 3 exacerbaciones por año.
Enviar esputo para estudio microscópico, cultivo y antibiograma y, cultivo de micobacterias. Seleccionar un régimen basado en la microbiología del esputo.
Los macrólidos pueden tener efectos antiinflamatorios, efectos modificadores de la enfermedad. El tratamiento prolongado con antibióticos nebulizados puede ser útil para pacientes con colonización crónica con Pseudomonas colomicina/gentamicina / tobramicina).
Otros tratamientos médicos
Si hay evidencia de obstrucción del flujo de aire, se pueden administrar broncodilatadores. Los corticosteroides inhalados solo están indicados si hay asma coexistente.
Técnicas de intervención
Si la fisioterapia ha fallado, para extraer el moco se puede utilizar la broncoscopia(toilet bronquial). La embolización de la arteria bronquial puede utilizarse para controlar la hemoptisis severa.
La cirugía se puede usar para la enfermedad localizada sintomática (pero antes de hacerlo, es esencial descartar una enfermedad sistémica que pudo haber dado lugar a las bronquiectasias que afectan el pulmón restante, por ejemplo, la inmunodeficiencia o la aspiración) o, la hemoptisis masiva.
El trasplante de pulmón se puede considerar para la etapa final de la enfermedad bilateral, generalmente en pacientes con fibrosis quística.
Tratamientos específicos
• Reemplazo de inmunoglobulina en la inmunodeficiencia común variable.
• Esteroides orales e itraconazol en la aspergilosis broncopulmonar alérgica (no hay datos sobre la eficacia del voriconazol u otros agentes imidazol en esta condición).
• Supresión del ácido gástrico y procinéticos para la aspiración recurrente asociada con la enfermedad de reflujo gastroesofágico.
• DNasa humana recombinante (rhDNasa) en la fibrosis quística.

Complicaciones
• Frecuentes: episodios infecciosos recurrentes, neumonías recurrentes y cor pulmonale.
• Poco frecuentes: hemoptisis masiva, amiloidosis y absceso cerebral.
Pronóstico
Depende de la severidad, la colonización bacteriana (por ej., la colonización por Pseudomonas podría estar asociada con peor resultado) y la causa subyacente. El deterioro puede deberse a las recurrencias y al empeoramiento de la sepsis o, a la hipoxia y cor pulmonale.
Prevención
•  Vacunación contra el sarampión, la tos ferina, la influenza y la tuberculosis.
• Tratamiento inmediato de las infecciones broncopulmonares y aspergilosis broncopulmonar alérgica.
•  Extirpación precoz de los cuerpos extraños y lesiones obstructivas.
Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti

miércoles, 24 de abril de 2019

Polimialgia Reumática

Polimialgia reumática
Una enfermedad inflamatoria que predomina en los adultos mayores y suele asociarse a la arteritis de células gigantesAutor: Miguel A González-Gay, Eric L Matteson, Santos Castañeda Polymyalgia rheumatica. Lancet 2017; 390: 1700–12,
La polimialgia reumática (PR) es un trastorno inflamatorio caracterizado por dolor intenso y rigidez en los hombros y la porción proximal de ambos brazos. El dolor y la rigidez también son comunes en el cuello. Con menor frecuencia, estos síntomas afectan la cintura pelviana y la porción proximal de los muslos. Los pacientes tienen rigidez matinal que dura más de 45-60 min y síntomas inespecíficos como fatiga y malestar. En esta enfermedad, es característico el aumento de los reactantes de fase aguda: velocidad de eritrosedimentación (VSG) y proteína C-reactiva.
Bruce describió por primera vez esta condición en 1888. La PR, también es conocida como fibrositis secundaria, periartrosis húmeroescapular, reumatismo extra articular, síndrome miálgico de los ancianos, seudopoliartritis rizomélica y enfermedad artrítica reumatoidea─descrita por primera vez en la década de 1940. El término PR fue introducido en 1957.

Epidemiología: incidencia, componentes genéticos y factores ambientales
La PR es una enfermedad común en los pacientes ancianos y rara vez se presenta en personas <50 años. Más de dos tercios de los pacientes son mujeres. La incidencia aumenta progresivamente con la edad en ambos sexos hasta los 80 años. La incidencia más elevada se halla en personas >65 años, con un pico entre los 70 y los 79 años.
Es más común en los países escandinavos. La incidencia media anual de PR en personas >50 años fue de 50 casos/100.000 habitantes en Gotemburgo, Suecia, entre 1985 y 1997. Cabe destacar que el condado de Olmsted, en Minnesota, EE. UU., donde la población desciende principalmente de escandinavos o europeos del norte, tiene las tasas de incidencia de PR más elevadas. En 2016, el condado de Olmsted tuvo una incidencia anual ajustada por la edad y el sexo en personas >50 años de 63,9 casos/100.000 habitantes.
La prevalencia general ajustada por la edad y el sexo entre 2015 y 2017 en el condado de Olmsted fe de 701 casos/100.000 personas (870 en mujeres y 508 en hombres/100.000 habitantes). La prevalencia de PR también es mayor en las poblaciones del norte de Europa e individuos escandinavos que en otras poblaciones. La menor incidencia se observa en Europa meridional.
La susceptibilidad a la arteritis de células gigantes, una vasculitis también común en las personas mayores y que a menudo se asocia con la PR, tiene relación con las moléculas HLA de clase I y II. A menudo, en los pacientes con PR se observa una asociación entre los alelos HLA-DRB1*04 clase II y la presencia de arteritis de células gigantes; esta asociación no parece existir en todos los pacientes con PR aislada. Los polimorfismos genéticos asociados a otras condiciones inflamatorias autoinmunes como los polimorfismos en la región promotora del gen de la interleucina 6 (IL-6) también podrían influir en el desarrollo de la PR.
En la patogénesis de la PR pueden estar implicados los agentes infecciosos. Esta hipótesis se apoya en los picos simultáneos que muestran la incidencia de arteritis de células gigantes y de PR en diferentes regiones de Dinamarca, como ocurrió en concomitantemente con las epidemias de Mycoplasma Pneumoniae, Parvovirus B19 y Chlamydophila neumoniae. Sin embargo, en un estudio prospectivo de 4 años no se halló asociación entre la infección por Parvovirus B19 y la PR. En el Reino Unido se ha hallado una modesta asociación entre cualquier infección o la infección por herpes zoster y el desarrollo de arteritis de células gigantes.

► Fisiopatología
Los estudios artroscópicos de pacientes con PR hallaron una sinovitis leve en las articulaciones proximales (principalmente hombros). El infiltrado inflamatorio encontrado en las membranas sinoviales del hombro y otras articulaciones afectadas estaba compuesto principalmente por macrófagos y linfocitos T CD4.
Esta sinovitis leve no explica por completo las manifestaciones musculoesqueléticas y el dolor difuso en las estructuras periarticulares. En vista de el compromiso inflamatorio prominente de las bolsas, algunos autores han sugerido que la PR podría ser un trastorno que afecta sobre todo a las estructuras sinoviales extraarticulares.
Los estudios de resonancia magnética (RM) y ecografía han revelado la presencia de bursitis subacromial y subdeltoidea y tenosinovitis del bíceps en asociación con la sinovitis de las articulaciones glenohumerales. Aunque el derrame de la articulación de la cadera es más común que la bursitis peripélvica, en la PR puede ocurrir cualquiera de ellos o ambos. La bursitis trocantérea, y con menor frecuencia la bursitis iliopsoas e isquioglútea también puede ocurrir como parte del espectro de la enfermedad.
Sin embargo, la bursitis isquioglútea es bastante específica de la PR. La bursitis interespinosa de la columna cervical baja y la columna lumbar también fue hallada en pacientes con PR y podría ser en parte responsable del dolor del cuello y la espalda que reportan los pacientes que sufren este trastorno. No obstante, si bien la presencia de bursitis en estas áreas es consistente con la pero no es específica.
Las citocinas proinflamatorias también podrían ser importantes en la PR. En pacientes con síntomas en los músculos vasto lateral y trapecio se comprobó el aumento de las concentraciones intersticiales de las interleucinas IL-1α e IL-β, el antagonista del receptor de la IL-1, la IL-6, la IL-8, el factor de necrosis tumoral α y la proteína 1 quimioatrayente de los monocitos, en comparación con los controles. Por lo tanto, la mayor concentración intersticial de citocinas proinflamatorias en los músculos sintomáticos puede ser importante en la patogénesis de la enfermedad.
Los linfocitos T-helper-1 y T-helper-17 (Th17) también intervienen en la patogénesis de la PR y la arteritis de células gigantes. Aunque la actividad supresora de las células T reguladoras circulantes no se altera, en ambas condiciones se observa una disminución del número de células T reguladoras y un cambio notable en la relación de las células Th17 con las células T reguladoras (hacia una respuesta aumentada de las células Th17).
En los pacientes recientemente diagnosticados con PR o arteritis de células gigantes existe una correlación inversa entre el número de células B y la VSG, la concentración de proteína C reactiva y el factor de activación de las células B sérico. Los pacientes recién diagnosticados con arteritis de células gigantes o PR tienen disminuido el número de células B circulantes en comparación con los controles sanos pero el número de células B se recupera después del tratamiento.

► Manifestaciones clínicas
La principal característica clínica de la PR es el dolor de la cintura escapular con impotencia funcional y rigidez en pacientes >50 años. Los pacientes suelen quejarse de dolor y rigidez en la parte superior de los brazos, el cuello, la cintura pelviana, las caderas y los muslos. A  menudo, estas manifestaciones clínicas son bilaterales.
Con frecuencia, el inicio de los síntomas es rápido, generalmente en unos pocos días y en algunos casos aparecen en forma aguda, de la noche a la mañana. Los síntomas se asocian con dolor y rigidez matinal en la región musculoesquelética afectada. La presentación típica es el dolor inflamatorio y la rigidez.
Las manifestaciones constitucionales como la fiebre de bajo grado, la fatiga, la astenia, la anorexia y la pérdida de peso ocurren hasta en el 40-50% de los pacientes
Es característico que estos síntomas empeoren por la mañana y mejoren progresivamente durante el día. También empeoran después del descanso o cuando el paciente está inactivo durante un tiempo prolongado. En la PR, la rigidez matinal es típica, dura al menos 30 minutos y, por lo general dura más de 45-60 min.
Las actividades de la vida diaria como vestirse, peinarse, levantarse de la cama o de una silla, se tornan difíciles y se asocian a dolor intenso. El dolor nocturno también es típico y con frecuencia los pacientes tienen dificultades para conciliar el sueño. El dolor en el hombro está casi invariablemente presente, mientras que la afectación del cuello y la cintura pelviana aparece en el 50%-90% de casos. En algunos pacientes, al comienzo de la enfermedad los síntomas pueden ser unilaterales pero pronto se tornan bilaterales.
Las manifestaciones constitucionales como la fiebre de bajo grado, la fatiga, la astenia, la anorexia y la pérdida de peso ocurren hasta en el 40-50% de los pacientes. Un síntoma de presentación de la PR aislada podría ser la fiebre (≥38°C). La fiebre elevada persistente es más común en los pacientes con PR asociada a la arteritis de células gigantes que en aquellos con PR aislada.
En el examen físico, el movimiento activo de los hombros está restringido debido al dolor, sin signos clínicos de tumefacción articular. El rango del movimiento pasivo asistido por el examinador a veces puede ser casi normal.
El dolor en el hombro es difuso y no está localizado en estructuras específicas del hombro. La restricción dolorosa de los movimientos del cuello y las caderas también están presentes en algunos casos. También podría haber sensibilidad muscular pero no se acompaña de debilidad muscular a pesar de la mialgia.
También se pueden observar manifestaciones articulares. Los síntomas de sinovitis periférica aparecen en un porcentaje variable (23-39% de los pacientes). La artritis suele ser asimétrica y no se asocia con erosiones corticales óseas siendo las articulaciones  más afectadas la rodilla y la muñeca. Una vez hecho el tratamiento con glucocorticoides, la mayoría de los pacientes experimenta la resolución de las manifestaciones articulares.
La sinovitis periférica también podría incluir la inflamación de los tejidos periarticulares (tendinitis, bursitis), especialmente en los brazos y las manos, y puede confirmarse por ecografía y otras técnicas de imagen. La ecografía ha permitido detectar el síndrome del túnel carpiano en el 14% de los pacientes con PR y la tenosinovitis distal en el 3%.En un estudio de 1998, la ecografía realizada a 117 pacientes detectó artritis periférica asimétrica en el 25% de los participantes, predominantemente en las rodillas y las muñecas.
En algunos casos, la PR podría presentarse con hinchazón distal y edema, un cuadro que puede simular la sinovitis seronegativa simétrica remitente con síndrome de edema con fóvea. El síndrome se caracteriza por sinovitis y sinovitis del tendón extensor de las manos y los pies. Los pacientes con esta condición tienen hinchazón de la extremidad distal con edema con fóvea, mayormente sobre el dorso de las manos y las muñecas, y menos comúnmente sobre los tobillos y los pies. En el 12% de los pacientes este cuadro se ha descrito como una complicación de la PR. Similar a la artritis inflamatoria en los pacientes con PR, estos síntomas se resuelven rápidamente después del tratamiento con glucocorticoides.

► Anomalías del laboratorio
La proteína C reactiva podría ser más específica y más sensible que la eritrosedimentación
El aumento de los reactantes de fase aguda es una característica típica en los pacientes con PR. Algunos consideran que una VSG ≥40 mm/hora es un criterio de clasificación. Como criterios de clasificación, otros autores recomiendan una VSG >30 mm/hora o una concentración de proteína C reactiva >6 mg/l. En 2012, la European League Against Rheumatism (EULAR) y el American College of Rheumatology (ACR) publicaron criterios de clasificación provisorios.
También se incluyeron la VSG o las concentraciones a de proteína C reactiva anormales. Hasta el 20% de los pacientes con PR tienen una VSG inicial <40 mm/hora. El porcentaje de pacientes con una VSG baja oscila entre el 7% y el 20%. Los pacientes con PR y VSG baja tienen características clínicas y una evolución de la enfermedad similares a las de los pacientes con VSG elevada. Sin embargo, las personas con VSG baja son generalmente más jóvenes y tienen menor frecuencia de fiebre, pérdida de peso y anemia que aquellos con VSG ≥40 mm/hora.
Para detectar la inflamación y evaluar la actividad de la enfermedad, la proteína C reactiva podría ser más específica y más sensible que la VSG. No está claro cuál de las dos mediciones es más útil para el diagnóstico inicial de PR. La producción de proteína C reactiva está principalmente inducida por la IL-6. Antes de comenzar el tratamiento de los pacientes con PR, las concentraciones de esta citocina están típicamente elevadas lo que también ocurre con las concentraciones séricas del factor de activación de las células B. Ambos biomarcadores séricos tienen una estrecha asociación con la actividad de la enfermedad, pero no hay evidencia disponible de que sean más útiles que la proteína C reactiva para basar las decisiones clínicas.
En los pacientes con concentraciones de proteína C reactiva y VSG normales habría que considerar otros diagnósticos alternativos. Los anticuerpos IgG contra el péptido de ferritina están presentes en la mayoría de los pacientes con arteritis de células gigantes activa y PR pero su utilidad en la práctica clínica no está bien establecida.
En los pacientes con enfermedad activa se pueden hallar otras anomalías bioquímicas asociadas a la respuesta inflamatoria, como las concentraciones elevadas de la globulina α2, la anemia normocítica normocrómica, la trombocitosis y la hipoalbuminemia, pero no son específicas de la PR.
En general, los autoanticuerpos más específicos para la artritis reumatoidea o las enfermedades del tejido conectivo, como los anticuerpos peptídicos anticitrulina, el factor reumatoideo, los anticuerpos antinucleares y los anticuerpos anticitoplasma de los neutrófilos no están presentes en los pacientes con PR. Sin embargo, las personas mayores pueden tener títulos bajos del factor reumatoideo, pero no son significativos para el diagnóstico.

► Polimialgia reumática y arteritis de células gigantes
La arteritis de células gigantes es una vasculitis de los grandes vasos sanguíneos que ocurre en personas mayores. Esta condición es infrecuente en las personas <50 años; el pico de incidencia aparece entre los 70 y los 79 años. Como la PR, la arteritis de células gigantes tiene una estrecha asociación genética con la región HLA y tiene gran prevalencia en los países escandinavos y en individuos de ascendencia escandinava.
La arteritis de células gigantes y la PR suelen ser condiciones concurrentes y superpuestas. Por lo tanto, en todos los pacientes con PR se deben evaluar cuidadosamente los síntomas y signos con el fin de detectar la arteritis de células gigantes, incluyendo la palpación de las arterias temporal, radial y pedia. La PR podría ser la manifestación de la arteritis de células gigantes. En una serie de pacientes con arteritis de células gigantes en quienes el diagnóstico fue confirmado mediante la biopsia de la arteria temporal, el 40-50% tenían manifestaciones de PR.
La frecuencia de la arteritis de células silente confirmada mediante la biopsia de la arteria temporal en pacientes con PR aislada es variable. La arteritis de células gigantes se diagnostica casi en el 20% de los pacientes con PR pura, y la mayoría de los estudios estima que la incidencia es del 10-30%. Clínicamente, los pacientes con PR aislada tienen recuento de plaquetas y VSG más bajos y concentraciones más elevadas de hemoglobina que las personas con PR asociada a la arteritis de células gigantes confirmada con la biopsia. La expresión de la enfermedad podría explicarse en parte por diferencias en el perfil genético y la expresión genética.
Una gran preocupación en los pacientes que inicialmente se presentan con PR aislada es el riesgo de que la arteritis de células gigantes concomitante desarrolle complicaciones isquémicas graves. Por lo tanto, es importante hacer un cuidadoso seguimiento de los pacientes con diagnóstico de PR pura aislada para identificar los síntomas de isquemia.
Es necesario investigar si las técnicas de imagen están indicadas para estudiar a todos los pacientes con PR, con el fin de evaluar la arteritis de células gigantes de las arterias craneanas y los grandes vasos. Sin embargo, la investigación se ve limitada por la experiencia local y la disponibilidad de las modalidades de imagen relevantes, así como la incertidumbre sobre el significado clínico de los resultados.
La ecografía de las arterias temporal y axilar podría revelar signos de arteritis de células gigantes oculta. Un estudio más avanzado, la tomografía por emisión de positrones (PET) con F18-fluordesooxiglucosa 18 (F¹⁸-FDG) ha revelado que un tercio de los pacientes con PR sin síntomas o signos de arteritis de células gigantes podría tener oculto el compromiso de un vaso de gran tamaño. Para detectar la aortitis en los pacientes con PR se debe recurrir a imágenes avanzadas (PET, TC o RM), si es que presentan síntomas atípicos como dolor lumbar o dolor que afecta principalmente las piernas asociado con un aumento de los reactantes en fase aguda.

 Cuadros que mimetizan a la polimialgia reumática
Los síntomas de PR no son específicos y aparecen en muchas enfermedades que la imitan, entre ellas la artritis reumatoidea, la artrosis del hombro, la enfermedad por depósito poliarticular de pirofosfato de calcio, la enfermedad del manguito rotador y la capsulitis adhesiva (hombro congelado).

 Criterios para los estudios diagnósticos y la clasificación
Se han propuesto varios conjuntos de criterios para la clasificación y el diagnóstico de la PR. Los criterios tienen características comunes, como la edad avanzada (≥50 años), la afectación típica de los hombros y la elevación de los reactantes de fase aguda. La edad avanzada (>50 años) fue propuesta como criterio por Chuang y col., por Healey y por EULAR/ACR de 2012.
En los diferentes conjuntos de criterios se ha incluido el compromiso clínico bilateral predominantemente a los hombros con rigidez matinal de al menos 45-60 minutos de duración. Para el diagnóstico y la clasificación de la PR también se requiere el aumento de la VSG, generalmente >40 mm/hora o el aumento de la concentración de proteína C reactiva.
Además de estos criterios fundamentales existen otras características de la enfermedad que son importantes para el diagnóstico. Para el diagnostico de PR, los criterios de clasificación EULAR/ACR 2012 destacan la importancia de la afectación de la cadera y la ausencia del factor reumatoideo y anticuerpos peptídicos anticitrulina. El dolor en la cintura escapular y la cintura pelviana sin dolor en otras articulaciones apoya el diagnóstico de PR.
La ecografía y la RM son igualmente útiles y eficaces para confirmar la presencia de bursitis en pacientes con PR. Los criterios de clasificación preliminares de EULAR//ACR 2012 para la PR incluyeron, por primera vez, el uso de datos ecográficos. Para el diagnóstico de PR en pacientes con dolor inflamatorio de la cintura escapular o la cintura pelviana, los criterios ponen de relieve la importancia de los signos ecográficos de bursitis subacromial o subdeltoidea bilateral y la bursitis trocantérea.
Un estudio prospectivo con un seguimiento de 12 meses comparó los diferentes criterios en pacientes consecutivos con PR de reciente comienzo confirmada por ecografía. Los pacientes fueron clasificados por cada uno de los diferentes criterios de clasificación y los pacientes (≥50 años) con diagnóstico de artritis reumatoidea u otra enfermedad articular inflamatoria obraron como grupo control. Sobre la base de este enfoque, los criterios de clasificación más sensibles fueron los de EULAR/ACR 2012 (92,6%).
Con el agregado de la ecografía, la especificidad de estos criterios aumentó de 81,5% al 91,3% en los pacientes con PR y del 79,7% al 89,9% en aquellos con artritis reumatoidea. En comparación con los criterios de clasificación anteriores, los criterios EULAR/ACR 2012 tuvieron una capacidad discriminatoria más elevada. Por lo tanto, el uso de la ecografía aumenta la especificidad de esos criterios.
Sin embargo, en ausencia de otras características clínicas sugestivas, la presencia de anomalías ecográficas aisladas no alcanza para el diagnóstico de PR. Un estudio con RM de 201.583 participantes describió a un subconjunto de pacientes con PR que tenía un patrón característico de inflamación extracapsular simétrica adyacente al trocánter mayor, el acetábulo, la tuberosidad del isquion o la sínfisis pubiana. Este inflamatorio en la RM se asoció con un aumento de las concentraciones séricas de proteína C reactiva y de IL-6, y una respuesta a los glucocorticoides completa.
El F18-FDG-PET integrado con la TC ha resultado útil no solo para confirmar la presencia del compromiso vascular sino también de la bursitis de la columna cervical y lumbar. La captación de F18-FDG asociada con la bursitis interespinosa se ve más comúnmente en la región lumbar que en la región cervical. Sin embargo, este aumento de la captación de F18-FDG lumbar no se correlaciona con los síntomas clínicos. Healey, Jones y Hazleman incluyeron otro criterio para el diagnóstico de PR: la respuesta rápida a los glucocorticoides, aunque no es específica y no está incluido en los criterios EULAR/ACR 2012.
Los criterios de clasificación utilizados por los autores de este Seminario y otros autores en sus estudios epidemiológicos varían. Según lo propuesto por Healey, para hacer un diagnóstico de PR pura se requiere la resolución rápida de los síntomas de PR, en menos de 1 semana, con una dosis inicial media de prednisolona de 15 mg/día.
De acuerdo con los criterios EULAR/ACR 2012, los criterios propuestos por Chuang y col. indican la importancia de la edad avanzada (≥50 años), la presencia de omalgia bilateral y el aumento de la VSG. Por lo tanto, los autores creen que los criterios EULAR/ACR 2012 representan un paso importante hacia la estandarización del diagnóstico de PR. En Turquía se hizo un estudio multicéntrico y prospectivo de pacientes ≥50 años con omalgia bilateral de reciente comienzo y VSG o concentraciones de proteínas C elevadas teniendo como objetivo confirmar si los criterios EULAR/ACR 2012 son útiles para discriminar la PR de otras condiciones patológicas.
A pesar de que los criterios de clasificación clínica de la PR fueron muy sensibles, su rendimiento fue subóptimo para discriminar la PR de otras enfermedades inflamatorias y no inflamatorias del hombro, en particular la artritis reumatoidea seronegativa. Con respecto a la aplicabilidad de los criterios de clasificación EULAR/ACR 2012 para países no europeos y poblaciones no norteamericanas, Matsui y col. evaluaron estos criterios en pacientes japoneses con diagnóstico de PR utilizando los criterios el Bird.
Los autores notaron que de acuerdo a los criterios de Bird, solo 32 (43%) de los 75 pacientes diagnosticados con PR cumplían con los nuevos criterios de clasificación EULAR/ACR 2012. El único factor predictivo independiente fue la rigidez matinal con duración mayor a 45 minutos. Por lo tanto, los criterios de clasificación EULAR/ACR 2012 podrían no ser aplicables a las poblaciones asiáticas.
El diagnóstico de PR en los casos típicos es bastante sencillo y cuenta con el apoyo de la historia clínica, el examen físico y la evaluación de marcadores inflamatorios de laboratorio rutinarios. La cefalea de reciente comienzo, el dolor en el cuero cabelludo o las manifestaciones visuales podrían indicar que la PR está asociada a la arteritis de células gigantes. En los pacientes con sospecha de PR es importante hacer el diagnóstico diferencial con el cáncer, la infección y otros imitadores.

 Manejo de la polimialgia reumática
La prednisolona oral es el pilar del tratamiento de la PR. En la mayoría de los casos, una dosis de prednisolona entre 12,5 y 25 mg/día es suficiente para producir una rápida mejoría de la polimialgia. Sin embargo, la dosis puede ser individualizada para cada paciente.
Aunque la actividad biológica de los glucocorticoides no depende solo del peso corporal, generalmente una persona de más de 80 kg sin factores de riesgo de efectos secundarios como la diabetes mellitus o la osteoporosis podría recibir una dosis inicial de 20-25 mg/día, mientras que una persona de menor peso (<60 kg) con factores de riesgo tendría que recibir un dosis inicial más baja, de 12,5-15,0 mg/día.
A pesar de que las recomendaciones EULAR/ACR 2012 sugieren el uso de una dosis única de glucocorticoides, la vida media de la prednisolona es de unas 4 horas. Según los autores, en algunos pacientes, una dosis dividida de prednisolona al inicio del tratamiento ayudaría a mejorar los síntomas con más rapidez. Los pacientes experimentan una rápida mejoría de los síntomas generalmente dentro de las 24-72 horas y en la mayoría de los casos dentro de la semana posterior al comienzo del tratamiento.
Sin embargo, consistente con un informe de 2012, un estudio prospectivo de cohortes de pacientes con PR mostró que 3 semanas después de iniciado el tratamiento con 15 mg/día de prednisolona, más del 55% de los pacientes no respondió por completo a la terapia─definiendo a la respuesta completa como una mejoría del dolor >70%, una duración de la rigidez matinal <30 minutos y la normalidad de los marcadores inflamatorios. En general, la VSG y la concentración de proteína C reactiva también se normalizan en 2-4 semanas. Sin embargo, las dosis iniciales de glucocorticoides y los regímenes de disminución de la dosis no han sido investigados adecuadamente.
En general, la dosis inicial de prednisolona se mantiene 3-4 semanas y luego se disminuye progresivamente. Los esquemas recomendados para la disminución de los glucocorticoides están basados en la opinión de expertos porque la evidencia de los ensayos aleatorizados y controlados es escasa. Las recomendaciones de EULAR/ACR 2012 sugieren la reducción por pasos de la prednisolona de 1-1,25 mg/día hasta llegar a una dosis <10 mg/día.
De hecho, la reducción por pasos de 1,25 mg se aplica principalmente en los países en los que no hay comprimidos de 1 mg de prednisolona. “En nuestra experiencia,” dicen los autores, “los pacientes reciben una dosis inicial de prednisolona de 15 mg/día, con un esquema de disminución de 12.5 mg/día durante 2-4 semanas, 10 mg/día durante 4-6 semanas y luego, la dosis diaria se puede reducir 2,5 mg cada 2-3 meses. Una alternativa es que una vez que la dosis se ha reducido a 10 mg/día, la dosis diaria puede ser disminuida 1 mg/mes hasta interrumpir el tratamiento con glucocorticoides.
Otras estrategias terapéuticas en los pacientes con diagnóstico reciente de PR son las inyecciones de 6-metilprednisolona en ambos hombros cada 4 semanas. Con este régimen se ha informado una rápida mejoría de los síntomas sistémicos y del hombro, pero este efecto se mantuvo solo en el 50% de los pacientes.
El uso de acetato de metilprednisolona intramuscular (120 mg/2 semanas durante 12 semanas, seguido de inyecciones mensuales reduciendo la dosis a razón de 20 mg cada 3 meses) fue menos efectivo que una dosis diaria inicial de 15 mg de prednisolona oral y logró tasas más bajas de interrupción de la terapia.
En los pacientes que tienen efectos secundarios graves asociados a los glucocorticoides o en aquellos que requieren tratamiento prolongado con glucocorticoides durante las recaídas, se pueden usar fármacos inmunosupresores convencionales. El metotrexato por vía oral o subcutánea es el fármaco ahorrador de glucocorticoides más comúnmente utilizado, en una dosis inicial de 10-15 mg/semana.
Los resultados de los estudios sobre la efectividad del metotrexato son conflictivos; algunos no muestran ningún beneficio mientras que otros sí lo hacen, sugiriendo que el metotrexato es útil para lograr la remisión y reducir el número de recaídas, aunque en general, los beneficios reportados suelen ser pequeños. Los informes del uso de otros fármacos como la azatioprina se basan en series de casos con beneficio incierto.
Aunque una revisión de 99 pacientes tratados con bloqueantes del factor de necrosis tumoral α informó una buena respuesta clínica y de los reactantes de fase aguda, los resultados de otros estudios rigurosos concluyeron que son ineficaces, caros y potencialmente dañinos para los pacientes con PR. El único estudio clínico aleatorizado que se hizo no mostró ningún beneficio agregando el anticuerpo monoclonal anti factor de necrosis tumoral α infliximab a la prednisolona. Los autores afirman que los fármacos antifactor de necrosis tumoral no están indicados en la PR.
Los datos preliminares sugieren que el anticuerpo del receptor anti IL-6 tocilizumab podría ser útil para los pacientes que responden mal a los glucocorticoides o tienen efectos colaterales adversos inaceptables. La mayor parte de la experiencia con tocilizumab está basada en pacientes con arteritis de células gigantes, a menudo asociada a la PR. El tocilizumab fue efectivo en pacientes con aortitis, algunos de los cuales presentaron PR aislada refractaria a la prednisolona.
En otro estudio, los pacientes con PR recientemente diagnosticada tratados con glucocorticoides durante menos de 1 mes recibieron mensualmente tocilizumab intravenoso (8 mg/kg de peso corporal) durante 1 año, con reducción rápida de los glucocorticoides. Después de 6 meses sin glucocorticoides, en los 9 pacientes evaluados se logró la remisión libre de recaídas.
Estos pacientes pudieron suspender los glucocorticoides dentro de los 4 meses de haber ingresado al estudio. También se logró la remisión persistente durante los 15 meses que duró el estudio. Aunque el abatacept ha sido usado en la arteritis de células gigantes, no se han publicado datos sobre su uso en la PR.
Para prevenir la pérdida ósea debida a los glucocorticoides usados en la PR se debe hacer la profilaxis de la osteoporosis y considerar la suplementación con vitamina D. En los pacientes con riesgo de fractura se debe hacer tratamiento adicional con bisfosfonatos. Para el tratamiento de la osteoporosis inducida por glucocorticoides actualmente se está investigado al denosumab, un potente fármaco antirresorción s que inhibe al ligando del receptor activador del factor nuclear κB.

 Recaídas
Las recaídas se definen como la recurrencia de los síntomas de PR que suelen asociarse a la elevación de la VSG y de la concentración de proteína C reactiva. En los pacientes con PR, las concentraciones persistentemente elevadas de proteína C reactiva y de IL-6 se asociaron significativamente con un riesgo mayor de recaída. Esta asociación fue especialmente evidente en los pacientes con concentraciones persistentemente elevadas.
 En algunos casos, una recaída indica la presencia de arteritis de células gigantes no reconocida previamente. Sin embargo, un pequeño aumento aislado de la VSG o de la concentración de proteína C-reactiva en un paciente asintomático puede no deberse a una recaída y por lo tanto, solamente el aumento de los reactantes de fase aguda no es una indicación para aumentar la dosis de prednisolona. La mayoría de los pacientes recaerán durante el transcurso de su enfermedad, que podría durar 2-3 años y aún más.  La frecuencia de la recaída en el primer año de la enfermedad es del 20-55%.
La rapidez con que se disminuyen los glucocorticoides se ha asociado con el riesgo de recaídas. Dos estudios mostraron que una disminución inferior a 1 mg/mes después de una dosis inicial de 15 mg/día de prednisolona se asoció con menos recaídas de la PR. Los regímenes de reducción rápida conducen a una frecuencia más elevada de recaídas.
Las recaídas generalmente ocurren una vez que se han suspendido los glucocorticoides o cuando la dosis de prednisolona es <5 mg/día. En general, en los pacientes que han suspendido la terapia con prednisolona, las recaídas se suprimen cuando se reanuda la administración del fármaco. En los pacientes que están tomando prednisolona cuando se produce la recaída se debe aumentar la dosis de prednisolona.
Las recomendaciones de EULAR/ACR son: aumentar la dosis oral de prednisolona a la dosis previa a la recaída, seguida de una reducción gradual dentro de las 4-8 semanas hasta llegar a la dosis a la que ocurrió la recaída. A menudo, este aumento de la dosis es exitoso para el  tratamiento de la recaída, pero podría ser necesario aumentar la prednisolona 2,5-5,0 mg/día por encima de la dosis a la que ocurrió la recaída.
El metotrexato se puede considerar en los pacientes que han experimentado más de 2 recaídas de PR.

 Comorbilidades y resultados
La mayoría de los pacientes con PR tiene efectos colaterales asociados a la terapia con glucocorticoides que dependen de la duración del tratamiento y la dosis acumulada. Sin embargo, la mortalidad cardiovascular general no parece aumentar en esta enfermedad.
Aunque los pacientes con enfermedad aislada tienen mayor riesgo de sufrir enfermedad arterial periférica, y la PR se asoció con mayor riesgo de accidente cerebrovascular, un gran estudio de registro de 9.776 pacientes que fueron seguidos entre enero de 1997 y marzo de 2010 no halló evidencia de aumento del riesgo de cardiopatía isquémica, eventos cerebrovasculares, arteriopatía periférica o cualquier otra complicación vascular. Hasta la fecha, todos los estudios poblacionales a largo plazo han informado que la PR no disminuye la esperanza de vida.
 Controversias en el manejo de la polimialgia reumática
No se ha alcanzado un consenso unánime sobre la dosis óptima de glucocorticoides que se debe prescribir a los pacientes con PR aislada. Los expertos de la intervención en colaboración de EULAR 2015 y ACR propusieron una dosis inicial de prednisolona o equivalente de 12,5-25,0 mg/día. Este grupo de expertos recomienda una solo dosis de prednisolona.
Sin embargo, los autores creen que una dosis inicial dividida podría ser más efectiva para mejorar la rigidez y el dolor matinal. Los esquemas recomendados de reducción de glucocorticoides también se basan en la opinión de expertos porque hay pocos ensayos aleatorizados y controlados. Aunque la mejoría del dolor y la rigidez asociada a la normalización de la VSG y de la concentración de proteína C reactiva indica una buena respuesta al tratamiento, faltan más datos para establecer la respuesta clínica.

 Guías futuras e interrogantes para la investigación
Las recomendaciones terapéuticas deben tener en cuenta la perspectiva del paciente. Una forma de lograrlo es considerar más la gravedad que la duración de la rigidez matinal, especialmente en la etapa diagnóstica, porque los pacientes generalmente encuentran difícil determinar la duración exacta de la rigidez. Además de un biomarcador definitivo para el diagnóstico de PR, se necesitan mejores marcadores de la actividad de la enfermedad.
Estos biomarcadores podrían ser serológicos y las técnicas de imagen podrían ser mejores que los marcadores de fase aguda actuales. En este contexto, la disponibilidad de un nuevo conjunto básico de biomarcadores para futuros ensayos clínicos en PR muestra la necesidad de validar formalmente los instrumentos para medir la actividad de la enfermedad, la función física, los eventos adversos asociados a los glucocorticoides y el riesgo de desarrollar arteritis de células gigantes en pacientes con la afección. También es necesario identificar biomarcadores que podrían ayudar a distinguir a los pacientes con PR aislada de aquellos con síntomas de polimialgia asociados a la arteritis de células gigantes o a afecciones que imitan a la PR.
Otra cuestión que debe abordarse es la implicación clínica y terapéutica a largo plazo de la mayor captación F¹⁸-FDG-PET de los grandes vasos en pacientes con PR aparentemente aislada sin cambios estructurales de los grandes vasos en las imágenes de la RM. Se deben realizar estudios aleatorizados y controlados cuyo objetivo sea establecer la dosis inicial óptima de los glucocorticoides, la velocidad de la reducción de dosis y la duración óptima del tratamiento.
Se necesitan nuevas opciones terapéuticas para la PR. Los datos preliminares sugieren que la prednisolona de liberación modificada tiene mayor efectividad que la prednisolona de liberación inmediata en pacientes con PR. Se necesitan ensayos aleatorizados y controlados de medicamentos ahorradores de glucocorticoides, incluidos los convencionales y los medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad biológica, además del desarrollo de medicamentos más específicos.
Sin embargo, es difícil reclutar un número adecuado de pacientes de edad avanzada para tales ensayos. Falta aún validar los criterios de clasificación provisionales de EULAR/ACR 2012 en una gran cohorte multinacional independiente.
Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti

Los análisis clínicos en reumatología

Los análisis clínicos en reumatología
Mediante una serie de casos clínicos se analizan la indicación y la interpretación de algunos análisis comunes en reumatología
Resumen
Los análisis clínicos son útiles para el diagnóstico de las enfermedades reumáticas, pero los médicos deben conocer las limitaciones de estos análisis.
Este artículo presenta casos clínicos a fin de proporcionar orientación práctica basada en la evidencia para indicar e interpretar determinados análisis, entre ellos el factor reumatoide, anticuerpo antipéptido citrulinado, los anticuerpos antinucleares, los anticuerpos antifosfolípidos, anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos y el análisis del antígeno leucocitario humano B27.
La indicación de los análisis clínicos con frecuencia es inapropiada para los pacientes en quienes se sospecha una enfermedad reumatológica.
Los resultados negativos de estos análisis no siempre son tranquilizadores y los resultados falso positivos tienen el riesgo de ansiedad innecesaria en pacientes y médicos, interconsultas inútiles y morbilidad potencial debido a otras pruebas innecesarias y exposición a tratamientos equivocados. Los médicos deben conocer los inconvenientes de estos análisis a fin de elegirlos bien e interpretar correctamente los resultados.
Este artículo proporciona orientación práctica para indicar e interpretar algunos análisis comunes en reumatología, con la ayuda de algunos casos clínicos.
Factor reumatoide y anticuerpos antipéptidos citrulinados
Viñeta clínica
Una mujer de 41 años, con buena salud previa, consulta a su médico de atención primaria por los siguientes síntomas que comenzaron hace 6 semanas: dolor y tumefacción de las manos y rigidez al despertar, que dura alrededor de 2 horas. No sufre síntomas extraarticulares. El examen físico revela sinovitis en las articulaciones metacarpofalángicas derechas, la articulación interfalángica del dedo mayor izquierdo y la muñeca izquierda. El médico interpreta que sus síntomas se podrían deber a artritis reumatoide.
¿Los análisis para factor reumatoide y anticuerpo antipéptido citrulinado serían útiles para esta paciente?
El factor reumatoide es un anticuerpo (inmunoglobulina M, IgG, o IgA) dirigido contra el fragmento Fc de la IgG. Se llama así porque se detectó originalmente en pacientes con artritis reumatoide, pero no es sensible ni específico para esta enfermedad.
Otras numerosas enfermedades se pueden asociar con una prueba positiva para el factor reumatoide. Por lo tanto, el diagnóstico de artritis reumatoide no se puede confirmar solo con un resultado positivo, ni se puede descartar con un resultado negativo.
En cambio, el anticuerpo antipéptido citrulinado es mucho más específico para la artritis reumatoide (95%), ya que rara vez se lo halla en otras enfermedades, pero su sensibilidad es similar a la del factor reumatoide (68%). El resultado positivo reforzaría el diagnóstico de artritis reumatoide, pero el resultado negativo no lo descartaría.
Enfoque de la artritis incipiente
Ante un paciente con artritis incipiente, algunas preguntas clave son:
¿Es un problema inflamatorio o mecánico? En la artritis inflamatoria hay tumefacción articular que no se debe a traumatismo o hipertrofia ósea, rigidez al comienzo del día, que no dura más de 30 minutos y aumento de los marcadores inflamatorios (eritrosedimentación o proteína C reactiva). La afectación de las pequeñas articulaciones de manos y pies se puede evidenciar por dolor a la compresión de las articulaciones metacarpofalángicas y metatarsofalángicas, respectivamente.
¿Existe una causa subyacente identificable de la artritis inflamatoria? Las características del desarrollo de los síntomas articulares o la presencia de síntomas extraarticulares puede sugerir un problema de base, como gota, artritis soriásica, lupus eritematoso sistémico o sarcoidosis.
Si la artritis es indiferenciada (es decir, no hay una causa definida identificable), ¿Es probable que remita o persista? Esta quizás sea la pregunta más importante para el pronóstico. Los pacientes con factores de riesgo para enfermedad persistente, es decir para el desarrollo de artritis reumatoide, deben ser derivados a un reumatólogo para el tratamiento a tiempo con fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad. Numerosos estudios mostraron que cuando este tratamiento se inicia tempranamente los pacientes tienen resultados clínicos, funcionales y radiológicos mucho mejores que aquellos en quienes el tratamiento se demora.
Los criterios modificados del American College of Rheumatology y la European League Against Rheumatism incluyen los siguientes factores pronósticos de persistencia:
 Cantidad de articulaciones afectadas (con mayor importancia dada a la afectación de las pequeñas articulaciones)
• Duración de los síntomas 6 semanas o más
• Aumento de la respuesta de fase aguda (eritrosedimentación o proteína C-reactiva)
• Prueba serológica positiva (factor reumatoide o anticuerpo antipéptido citrulinado)
Si ambos son positivos en un paciente con artritis incipiente indiferenciada, el riesgo de progresión a artritis reumatoide es de casi el 100%.
Esto señala la importancia de los análisis para estos anticuerpos. Sin embargo, la derivación al reumatólogo no se debe demorar cuando los análisis son negativos (más de un tercio de los pacientes con artritis reumatoide) y se la debe considerar en aquellos con síntomas articulares inflamatorios que persisten durante más de 6 semanas, especialmente con afectación de las pequeñas articulaciones (salvo las inrterfalángicas distales) y aumento de la respuesta de fase aguda.
Factor reumatoide en personas sanas asintomáticas
En algunos países, el análisis para el factor reumatoide se ofrece como parte de una batería de pruebas de pesquisa en personas sanas asintomáticas, práctica que debe ser desalentada, ya que no existe ninguna estrategia para prevenir la aparición de artritis reumatoide y el tratamiento modificador de la enfermedad no es útil durante la fase preclínica.
Volvemos a nuestra paciente
Los análisis de sangre en nuestra paciente revelan que el hemograma completo, las aminotransferasas (transaminasas) y la creatinina son normales, al igual que el examen de orina. La eritrosedimentación es 56 mm/hora (normal 0–15) y la proteína C reactiva es 26 mg/dl (normal < 3).
Los análisis son negativos para el factor reumatoide y el anticuerpo antipéptido citrulinado. A pesar de esto, se la deriva a un reumatólogo debido a que tiene factores pronósticos para enfermedad persistente, como duración de 6 semanas de los síntomas, afectación de las pequeñas articulaciones de las manos y aumento de la eritrosedimentación y de la proteína C reactiva. El reumatólogo indica serología para parvovirus, que es negativa.
Se le administran corticoides de liberación prolongada, a los que responde durante un corto tiempo. Debido a que los síntomas persisten y empeoran, se inicia el tratamiento con metotrexato después de otras 6 semanas.
Anticuerpo antinuclear
Una mujer de 37 años consulta a su médico de atención primaria debido a que sufre cansancio. Tiene antecedentes familiares de lupus eritematoso sistémico en su hermana y una tía materna. Está preocupada por el lupus y solicita análisis para descartarlo.
¿Sería razonable indicar análisis para anticuerpo antinuclear?
El anticuerpo antinuclear no es un único anticuerpo, sino una familia de anticuerpos contra constituyentes nucleares como el ácido desoxiribonucleico de cadena simple o doble (dsDNA), histonas, centrómeros, proteínas integradas con el ácido ribonucleico (ARN) y enzimas como la topoisomerasa.
Antígenos proteicos integrados con el con ARN y algunas enzimas del núcleo también se conocen como antígenos nucleares extraíbles (ENAs).
Los análisis del anticuerpo antinuclear se indican para descartar enfermedades del tejido conjuntivo como el lupus, pero es necesario que el médico recuerde los siguientes puntos:
> El anticuerpo antinuclear se puede hallar en otras enfermedades además del lupus:
 Otras enfermedades autoinmunes como artritis reumatoide, síndrome de Sjögren primario, esclerosis sistémica, tiroiditis auntoinmune y miastenia gravis
 Infección con microorganismos que comparten el epítopo con autoantígenos (mimetismo molecular)
• Tumores malignos
 Fármacos como hidralazina, procainamida y minociclina.
El anticuerpo antinuclear también podría ser producido de vez en cuando por el sistema inmune sano para eliminar los residuos nucleares expulsados de las células que envejecen.
Un estudio en personas sanas halló que el resultado positivo fue más frecuente entre familiares de pacientes con enfermedades autoinmunes del tejido conjuntivo. Por consiguiente, el resultado positivo del análisis de anticuerpos antinucleares no siempre significa lupus.
El análisis de anticuerpos antinucleares es muy sensible para el lupus
Su sensibilidad es cercana al 100%. Por lo tanto el resultado negativo prácticamente descarta el lupus.
Hay dos métodos para el análisis de anticuerpos antinucleares: la inmunofluorescencia indirecta y el ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA). Aunque el ELISA es más sencillo, la sensibilidad de la inmunofluorescencia es ligeramente mayor y se la continúa considerando el método de referencia.
La mayor sensibilidad es a expensas de menor especificidad (alrededor del 60%), de modo los anticuerpos antinucleares se detectarán también en todas las otras enfermedades mencionadas más arriba. Para mejorar la especificidad de la prueba de anticuerpos antinucleares, los laboratorios informan los títulos (la dilución más alta del suero que da positivo); el punto de corte >1/80 en general se considera significativo.
No se debe indicar indiscriminadamente el análisis de anticuerpos antinucleares
Si el análisis de anticuerpos antinucleares se solicita indiscriminadamente, el valor pronóstico positivo para el diagnóstico de lupus es de solo el 11%.
Se lo debe indicar solo ante una gran probabilidad de lupus o alguna otra enfermedad del tejido conjuntivo. El valor pronóstico positivo es mucho mayor en pacientes con manifestaciones clínicas o de laboratorio que afectan 2 o más sistemas orgánicos.
La clasificación del antígeno específico sobre el cual actúan los anticuerpos antinucleares mejora la especificidad. El anticuerpo antinuclear en pacientes con lupus puede actuar sobre el ADN de cadena simple o doble, histonas o uno o más de los ENA.
Entre estos, la presencia de anti-dsADN o anti-Sm tiene una especificidad cercana al 100% para el diagnóstico de lupus. Pero la sensibilidad es baja (el anti-dsADN está en solo el 60% de los pacientes y el anti-Sm en alrededor del 30%.)
En resumen, el análisis de anticuerpos antinucleares solo se debe indicar en pacientes con afectación de múltiples sistemas orgánicos. Aunque con un resultado negativo es extremadamente improbable que los síntomas se deban a lupus, el resultado positivo es insuficiente para diagnosticar esta enfermedad.
El diagnóstico de lupus es directo cuando los pacientes consultan con una manifestación específica como artritis inflamatoria, exantema fotosensible, anemia hemolítica, trombocitopenia o nefritis o con anticuerpos específicos como los anticuerpos contra el ADNds o Sm.
El diagnóstico en pacientes que consultan con síntomas inespecíficos como artralgia o cansancio con anticuerpos antinucleares positivos y ADN anti-ds y anti-Sm negativos puede ser difícil, incluso para el especialista.
Volvemos a nuestra paciente
Nuestra paciente no sufre artralgia. No tiene síntomas extraarticulares, como exantemas, úlceras bucales, síntomas de Síndrome de Sjogren, debilidad muscular, fenómeno de Raynaud, dolor torácico pleurítico o disnea. Su examen físico y el análisis de orina son normales.
Su médico de atención primaria solicita un hemograma completo, eritrosedimentación y concentración de tirotropina. Si bien se le aseguró que su cansancio no se debe al lupus, ella insiste en un análisis de anticuerpos antinucleares.
El hemograma completo es normal. La eritrosedimentación es 6 mm/hora. Pero la tirotropina está aumentada y las pruebas ulteriores muestran que la tiroxina libre y los anticuerpos antiperoxidasa tiroidea están disminuidos. Los anticuerpos antinucleares son positivos en el título de 1/80 y negativos para anti-dsADN and anti-ENA.
Le explicamos que lo más probable es que los anticuerpos antinucleares positivos se relacionen con su tiroiditis autoinmune y la derivamos a un endocrinólogo.
Anticuerpos antifosfolípidos
Viñeta clínica
Una mujer de 24 años consulta el servicio de urgencias con una trombosis venosa profunda no provocada aguda en la pierna derecha, confirmada por ecografía. No tiene antecedentes de trombosis previas y carece de antecedentes familiares importantes. Nunca estuvo embarazada. Su recuento de plaquetas es de 84 × 109/l (valores de referencia 150–400) su tiempo de tromboplastina parcialmente activada inicial está prolongado y es de 62 segundos (valores de referencia 23,0– 32,4). El resto de sus análisis, el tiempo de protrombina, las enzimas hepáticas y la creatininemia son normales.
¿Se debería indicar el análisis de anticuerpos antifosfolípidos?
Los anticuerpos antifosfolípidos son importantes debido a su asociación con el riesgo de trombosis (venosa y arterial) y de morbilidad en el embarazo. El nombre no es apropiado, ya que estos anticuerpos actúan contra algunas proteínas que están unidas a los fosfolípidos y no a los fosfolípidos solos.
Según los criterios de Sapporo modificados para la clasificación del síndrome antifosfolipído, los anticuerpos antifofolípidos deben seguir persistentemente positivos en por lo menos 2 ocasiones separadas con por lo menos 12 semanas de intervalo para que el resultado se considere significativo, porque algunas infecciones y fármacos se pueden asociar con la presencia transitoria de estos anticuerpos.
La pesquisa sistemática de anticuerpos antifosfolípidos debe incluir el análisis para anticuerpos anticardiolipina IgM e IgG, anticoagulante lúpico, y anticuerpos IgM e IgG anti beta-2 glucoproteína I.
> Anticuerpos anticardiolipina
Los anticuerpos anticardiolipina (aCL) pueden actuar contra la beta-2 glucoproteína I (beta-2GPI) que está unida a la cardiolipina (un fosfolípido) o solo contra la cardiolipina; el primero es más específico. Los anticuerpos dirigidos solo contra la cardiolipina habitualmente son transitorios y se asocian con infecciones y fármacos.
El resultado se considera significativo solo cuando los anticuerpos anticardiolipina están presentes con título mediano o alto (> 40 unidades IgG fosfolípido o unidades IgM fosfolípidos, o >percentilo 99).
Anticoagulante lúpico
El anticuerpo con “actividad anticoagulante lúpica” es contra la protrombina más el fosfolípido o beta-2GPI más el fosfolípido. El análisis para esto es una prueba funcional en 3 pasos:
1. Demostración de la prolongación de una prueba de coagulación dependiente de fosfolípidos como el tiempo parcial de tromboplastina activada (TPTa). Aunque la presencia del anticoagulante lúpico se asocia con trombosis, se lo llama “anticoagulante” por la prolongación in vitro de las pruebas de coagulación dependientes de los fosfolípidos.
2. Estudio de mezcla. La prueba de coagulación dependiente de los fosfolípidos podría estar prolongada debido a la deficiencia de un factor de la coagulación o la presencia de los anticuerpos anti fosfolípidos. La diferenciación se logra mezclando el plasma del paciente con plasma normal (que tiene todos los factores de coagulación) en proporción 1:1. Si la prueba de coagulación continúa prolongada, se puede descartar la deficiencia de factores de la coagulación.
3. Agregado de un fosfolípido. Si la prolongación de la prueba de coagulación se debe a la presencia de un anticuerpo antifosfolípido, el agregado de fosfolípidos extra la corregirá.
Anticuerpos anti beta-2 glucoproteína I (anti-beta-2GPI)
El beta-2GPI que no está unido a la cardiolipina se puede detectar efectuando análisis por separado para beta-2GPI (el análisis de la anticardiolipina solo detecta la beta-2GPI que está unida a la cardiolipina). El resultado se considera significativo si el beta-2GPI está presente con un título de mediano a alto (> percentilo 99).
Entre el 1% y 5% de personas aparentemente sanas en la población general pueden tener anticuerpos antifosfolípidos. Son habitualmente anticardiolipina con título bajo o anticuerpo anti-beta-GPI IgM no asociados con trombosis o resultados adversos del embarazo.
Por eso, el término síndrome antifosfolípido se debe reservar para aquellas que tuvieron por lo menos un episodio de trombosis o morbilidad en el embarazo y anticuerpos antifosfolípidos persistentes y no las que tienen anticuerpos antifosfolípidos asintomáticos o transitorios.
La triple positividad (anticardiolipina, anticoagulante lúpico y anti-beta-2GPI) aparentemente se asocia con el riesgo máximo de trombosis, con incidencia acumulada a 10 años del 37,1% para el primer episodio trombótico y del 44,2% para la trombosis recurrente.
La asociación con trombosis es más fuerte para el anticoagulante lúpico que con los otros 2 anticuerpos. La prueba de anticoagulante lúpico positiva con un título de moderado a alto de anticardiolipina or anti-beta-2GPI IgM o IgG o sin él, constituye un perfil de alto riesgo, mientras que el título de moderado a alto de anticardiolipina o anti-beta-2GPI IgM o IgG constituye un perfil de riesgo moderado. El título bajo de anticardiolipina o anti-beta-2GPI IgM o IgG constituye un perfil de bajo riesgo que puede no estar asociado con trombosis.
Es importante reconocer el síndrome antifosfolípido debido a que estos pacientes necesitarán anticoagulación prolongada para prevenir recidivas.
Puede ser primario cuando está solo o secundario cuando está asociado con otra enfermedad autoinmune como el lupus. Los episodios venosos en el síndrome antifosfolípido se suelen manifestar como trombosis venosa de miembros inferiores o embolia pulmonar, mientras que los episodios arteriales se manifiestan como ACV o accidente isquémico transitorio.
Las manifestaciones obstétricas pueden incluir no solo aborto espontáneo y mortinatalidad, sino también parto prematuro, retardo del crecimiento intrauterino y eclampsia, todos debido a insuficiencia placentaria.
La frecuencia de anticuerpos antifosfolípidos se estimó en el 13,5% en pacientes con ACV, el 11% con infarto del miocardio, el 5% con trombosis venosa profunda, y el 6% para las pacientes con morbilidad en el embarazo.
Cuadro 1
Algunas indicaciones para el análisis de anticuerpos antifosfolípidosTrombosis venosa profunda no provocada o embolia pulmonar (esta prueba no se recomienda en pacientes con trombosis venosa provocada, ya que no hay suficiente evidencia para recomendar la anticoagulación prolongada.)
ACV isquémico (incluyendo el accidente isquémico transitorio) en pacientes <50 años
Pacientes con episodios arteriales y venosos
Trombosis recidivante
Trombosis en algún lugar inusual
Morbilidad en el embarazo (1 o más muertes inexplicadas de un feto morfológicamente normal en la semana 10 de gestación o después; 1 o más nacimientos prematuros de un neonato morfológicamente normal antes de la semana 34 de gestación debido a preeclampsia, eclampsia, o insuficiencia placentaria o 3 o más abortos espontáneos consecutivos antes de la 10ª semana de gestación)
Todos los pacientes con lupus eritematoso sistémico
En la paciente presentada sería apropiado el análisis para anticuerpos antifosfolípidos debido a su trombosis no provocada, trombocitopenia y prolongación del TPTa. El tratamiento anticoagulante se asocia con anticoagulante lúpico falso-positivo, de manera que las muestras de sangre se deben obtener antes de comenzar el tratamiento.
Volvemos a nuestra paciente
El análisis de anticardiolipina IgG de nuestra paciente es negativo, mientras que su anticoagulante lúpico y su beta- 2GPI IgG son positivos. No tiene ninguna característica clínica o bioquímica que sugiera lupus.
Se inicia tratamiento con warfarina. Después de 3 meses, la warfarina se interrumpe durante varios días y se repiten las pruebas para los 3 anticuerpos antifosfolípidos. Su beta-2GPI I IgG y el anticoagulante lúpico son nuevamente positivos.
Debido a la positividad persistente de los anticuerpos antifosfolípidos y sus antecedentes de trombosis venosa profunda, se le diagnostica síndrome antifosfolípido primario. Se le aconseja continuar el tratamiento anticoagulante por tiempo indefinido.
Anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos
Viñeta clínica
Un hombre de 34 años, usuario de drogas intravenosas, consulta por fiebre, malestar y artralgia generalizada de 2 semanas de duración. No hay síntomas de infección localizada. Los datos importantes en el examen físico son temperatura de 38,0°C, marcas de pinchazos en sus brazos, exantema vasculítico en sus piernas que no se blanquea con la presión y un soplo sistólico precordial.
Su cifra de leucocitos es 15,3 × 109/l (normal 3,7–11m0) y su proteína C reactiva es 234 mg/dl (normal < 3). Por lo demás, los resultados del hemograma completo, las enzimas hepáticas, las pruebas de función renal, el análisis de orina y la radiografía de tórax son normales.
Se extrae sangre para dos series de hemocultivos. Se solicita una ecocardiografía transtorácica y el análisis de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA, por las siglas del inglés) así como pruebas de pesquisa para el VIH, la hepatitis B y la hepatitis C.
¿Estaba indicado el análisis de ANCA en este paciente?
Los ANCA son autoanticuerpos contra antígenos ubicados en los gránulos citoplasmáticos de los neutrófilos y los monocitos. Se asocian con vasculitis de los pequeños vasos como la granulomatosis con poliangitis (GPA), la poliangitis microscópica (PAM), la granulomatosis eosinofílica con poliangitis (GEPA), y la glomerulonefritis crescéntica paucinmune aislada. Colectivamente todas se conocen como vasculitis asociadas a ANCA (VAA)
Los métodos para detectar los ANCA son la inmunofluorescencia indirecta y los inmunoanálisis enzimáticos antígeno-específicos. La inmunofluorescencia indirecta solo nos dice si está presente un anticuerpo que actúa sobre un antígeno citoplasmático. Sobre la base de las características de la inmunofluorescencia indirecta, los ANCA se pueden clasificar en:
 Perinuclear o p-ANCA
 Citoplasmático o c.ANCA
 Atípico
La inmunofluorescencia indirecta no da información sobre el antígeno contra el cual actúa; esto solo se puede obtener al efectuar uno de los inmunoanálisis antígeno-específicos. El antígeno que actúa sobre c-ANCA es habitualmente la proteinasa-3 (PR3), mientras para p-ANCA podría ser la mieloperoxidasa (MPO), la catepsina, la lisozima, la lactoferrina o el inhibidor dela permeabilidad bactericida.
El anti-PR3 es muy específico para GPA, mientras que el anti-MPO se asocia con MPA and EGPA. De ahí que hay una tendencia creciente a clasificar la vasculitis asociada a ANCA como vasculitis asociada a PR3 o a MPO en lugar de GPA, MPA, EGPA, o vasculitis con afectación renal predominante.
Varias auditorías mostraron que se abusa mucho de la prueba de ANCA y se la indica indiscriminadamente para descartar la vasculitis.
El médico debe tener en cuenta que la prueba para ANCA se debe indicar solo si la probabilidad de vasculitis asociada a ANCA es grande. Las indicaciones propuestas por el International Consensus Statement sobre la prueba de ANCA se enumeran en el cuadro 2.
Cuadro 2
Indicaciones clínicas para el análisis de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos
  • Glomerulonefritis
  • Hemorragia pulmonar (especialmente con el síndrome renopulmonar)
  • Nódulos pulmonares múltiples
  • Mononeuritis multiplex o neuropatía periférica inexplicada
  • Vasculitis cutánea, especialmente con características sistémicas
  • Escleritis
  • Masa retroorbitaria
  • Enfermedad destructiva crónica de las vías respiratorias altas
  • Sinusitis u otitis crónicas
  • Estenosis traqueal subglótica
Las guías actuales recomiendan emplear uno de los análisis antígeno-específicos para PR3 y MPO como el principal método de pesquisa.
En un gran estudio multicéntrico de Damoiseaux et al, la especificidad de los diferentes inmunoanálisis antígeno específicos fue del 98% - 99% para PR3-ANCA y del 96% - 99% para MPO-ANCA.
La vasculitis asociada a ANCA no se debe descartar si PR3 y MPO-ANCA son negativos. Si el resultado deI ANCA es negativo y hay una fuerte sospecha de vasculitis asociada a ANCA, el médico puede indicar otro método de inmunoanálisis o la inmunofluorescencia indirecta. Los resultados de esta última pueden ser positivos en aquellos pacientes con un inmunoanálisis negativo y vice versa.
El ANCA positivo no es diagnóstico de vasculitis asociada al ANCA. Otras numerosas enfermedades se asocian con ANCA, habitualmente p-ANCA o ANCA atípico. Los antígenos sobre los que actúan estos ANCA son catepsina, lisozima, lactoferrina e inhibidor de la permeabilidad bactericida.
Es por eso que el resultado del ANCA siempre se debe interpretar en el contexto del cuadro clínico completo. La biopsia todavía se debe considerar como la prueba de referencia para el diagnóstico de vasculitis asociada al ANCA. El título de ANCA puede contribuir a mejorar la interpretación clínica, debido a que la probabilidad de vasculitis asociada al ANCA aumenta con las concentraciones mayores de PR3 y MPO-ANCA.52
Volvemos a nuestro paciente
Los hemocultivos de nuestro paciente fueron positivos para Staphylococcus aureus sensibles a meticilina en ambas series. La ecocardiografía transtorácica revela vegetaciones alrededor de la válvula tricúspide, sin evidencias de insuficiencia valvular. El diagnóstico es endocarditis infecciosa derecha. Se le administran los antibióticos apropiados.
Los análisis para VIH, hepatitis B y hepatitis C son negativos. El análisis de ANCA es positivo para MPO-ANCA a 28 IU/ml (normal < 10).
Se cree que el ANCA positivo se relaciona con la endocarditis infecciosa. Su vasculitis es más probablemente secundaria a la endocarditis infecciosa y no es vasculitis asociada al ANCA. La indicación del análisis del ANCA no era necesaria.
Antígeno leucocitario humano -B27
Viñeta clínica
Un joven de 22 años consulta a su médico de atención primaria con antecedentes de 4 meses de lumbalgia que empeoró gradualmente, asociada con rigidez al despertar, que dura más de 2 horas. No tiene síntomas en las articulaciones periféricas.
Sufrió 2 episodios de uveítis en los últimos 2 años. Su padre tiene antecedentes de espondilitis anquilosante. El examen físico revela restricción global de los movimientos lumbares y el resto sin particularidades. La resonancia magnética (RM) de la columna lumbar y las articulaciones sacroilíacas es normal.
¿Se debería efectuar a este paciente el análisis del antígeno leucocitario humano- B27 (HLA-B27)?
El complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) es un complejo de genes presente en todos los animales, que codifica las proteínas que contribuyen a la tolerancia inmunológica. HLA se refiere a la versión humana del CMH. El complejo de genes HLA, localizado en el cromosoma 6, se clasifica en clase I, clase II y clase III.
HLA-B es uno de los 3 genes clase I. El HLA-B27 positivo significa que ese gen está presente en esa persona.
HLA-B27 se asocia fuertemente con la espondilitis anquilosante, también llamada espondiloartropatía axial. Otros genes también contribuyen a la patogénesis de la espondilitis anquilosante, pero HLA-B27 está presente en más del 90% de los pacientes con esta enfermedad y se lo considera el más importante.
La asociación no es tan fuerte para la espondiloartropatía periférica. Estudios señalan una frecuencia de hasta el 75% para la artritis reactiva y artritis asociada con la enfermedad intestinal inflamatoria y hasta el 50% para la artritis soriásica y la uveítis.
Alrededor del 9% de personas sanas, asintomáticas pueden tener HLA-B27, por lo que la sola presencia de este gen no es evidencia de enfermedad. El riesgo de sufrir espondilitis anquilosante puede estar amentado hasta 20 veces entre las personas positivas para HLA-B27.
Algunos genes HLA tienen muchos alelos diferentes, cada uno de los cuales tiene un número (esto explica el número 27 después de la B).
Los alelos que difieren uno de otro solo por unas pocas sustituciones de aminoácidos se clasifican juntos y es así como hay más de 100 subtipos de HLA-B27 (designados desde HLA-B*2701 a HLA-B*27106). No todos los subtipos de HLA-B27 se asocian con enfermedad y algunos, como el HLA-B*2706, incluso puede ser protectores.
¿Cuándo se debe considerar hacer análisis para HLA-B27?
No todos los pacientes con lumbalgia necesitan un análisis de HLA-B27. Antes es importante buscar las características clínicas de la espondiloartropatía (Cuadro 3).
Cuadro 3
Características de la espondiloartritis
  • Lumbalgia inflamatoria
  • Artritis
  • Entesitis del talón
  • Dactilitis
  • Uveítis
  • Soriasis
  • Enfermedad intestinal Inflamatoria
  • Buena respuesta a los antiinflamatorios no esteroides
  • Antecedentes familiares de espondiloartritis
  • HLA-B27 positivo
  • Aumento de la proteína C reactiva
La característica unificante de la espondiloartropatía axial es la entesitis (inflamación de los sitios de inserción de tendones o ligamentos). Esta inflamación causa espondilitis y sacroileítis, que se manifiestan como lumbalgia inflamatoria.
Las claves clínicas de la lumbalgia inflamatoria son:
  • comienzo insidioso
  • empeoramiento con el reposo o la inactividad
  • rigidez prolongada al despertar
  • perturbaciones del sueño durante la segunda mitad de la noche
  • alivio con el movimiento o la actividad
  • dolor glúteo alternante (debido a sacroileítis)
  • buena respuesta a los antiinflamatorios
La espondiloartropatía periférica se puede manifestar con artritis, entesitis o dactilitis.
También puede haber soriasis, enfermedad intestinal inflamatoria, antecedentes de infección gastrointestinal o genitourinaria precedente, antecedentes familiares de trastornos semejantes y antecedentes de uveítis recidivante. Para la evaluación inicial de los pacientes con lumbalgia inflamatoria, el estudio de referencia es la radiografía simple de las articulaciones sacroilíacas.
Si no aparece evidencia de sacroileitis, se debe considerar efectuar la RM de las articulaciones sacroilíacas. Mientras que la radiografía simple puede revelar solo cambios estructurales como esclerosis, erosiones y anquilosis, la RM es útil para evaluar los cambios inflamatorios tempranos, como el edema de la médula ósea. Los estudios por imágenes de la columna lumbar no son necesarios, ya que las articulaciones sacroilíacas están casi invariablemente afectadas en la espondiloartropatía.
El diagnóstico de espondilitis anquilosante antes se basaba en los estudios por imágenes, pero actualmente, según los nuevos criterios de clasificación de la International Society, aplicables a pacientes < de 45 años con más de 3 meses de lumbalgia, los pacientes se pueden clasificar como:
 Espondiloartropatía radiográfica, si tienen evidencia de sacroileítis en los estudios por imágenes más otra característica de espondiloartropatía
 Espondiloartropatía no radiográfica si tienen HLA-B27 positiva más otras 2 características de espondiloartropatía (Cuadro 3).
La sensibilidad de estos nuevos criterios es del 82,9% y la especificidad del 84,4%. Ante la ausencia de características en los estudios por imágenes y el HLA-B27 negativo, no se puede clasificar al paciente como enfermo de espondiloartropatía.
> Volvemos a nuestro paciente
La ausencia de evidencia radiográfica no excluiría la espondiloartropatía axial en nuestro paciente. El análisis de HLA-B27 se indica debido a la lumbalgia inflamatoria y la presencia de 2 características de la espondiloartropatía (la uveítis y los antecedentes familiares). El resultado es positivo. Su enfermedad se clasifica como espondiloartropatía axial no radiográfica.
Se lo medica con naproxeno y se los deriva a un fisioterapeuta. Después de un mes, el paciente refiere una mejoría sintomática significativa. Pregunta si se le puede volver a hacer el análisis de HLA-B27 a fin de ver si ahora es negativo. Le explicamos que no tiene sentido repetirlo, ya que se trata de un gen y no desaparecerá.
Conclusión
 > Considere el cuadro clínico
Ante el paciente con presunta enfermedad reumatológica, el médico debe considerar primero las manifestaciones clínicas y el propósito de cada análisis. Los análisis, en general, tienen varios propósitos. Pueden contribuir a:
  Aumentar la probabilidad del diagnóstico en cuestión. Por ejemplo, el factor reumatoide positivo o el factor anticuerpo antipéptido citrulinado pueden ayudar a diagnosticar la artritis reumatoide en el paciente con poliartritis incipiente, el HLAB27 positivo puede ayudar a diagnosticar la espondilitis anquilosante en pacientes con lumbalgia inflamatoria y estudios por imágenes normales, y el análisis ANCA positivo puede contribuir a diagnosticar la vasculitis asociada a ANCA en el paciente con glomerulonefritis.
 • Disminuye la probabilidad del diagnóstico en cuestión. Por ejemplo, un análisis de anticuerpo antinuclear negativo disminuye la probabilidad de lupus en el paciente con dolores articulares.
 • Monitorear la enfermedad. Por ejemplo los anticuerpos ADN se pueden emplear para monitorear la actividad del lupus.
 • Planificar la estrategia terapéutica. Por ejemplo, se podría considerar la anticogulación de por vida si los anticuerpos antifosfolípidos son persistentemente positivos en el paciente con trombosis.
 • Pronosticar. Por ejemplo, el factor reumatoide positivo y el anticuerpo antipéptido citrulinado aumentan el riego de sufrir artritis reumatoide erosiva.
Se el análisis se indicó sin una indicación clara y el resultado es positivo, es importante recordar las posibles dificultades asociadas con ese análisis y no añadir prematuramente una etiqueta diagnóstica. Ningún análisis puede confirmar o excluir una enfermedad, de modo que los resultados siempre se deben interpretar en el contexto de todo el cuadro clínico.
Resumen y comentario objetivo: Dr. Ricardo Ferreira