viernes, 13 de octubre de 2023

Diabetes Mellitus en el embarazo

 

Introducción

La prevalencia de diabetes mellitus (DM) que complica el embarazo sigue aumentando en todo el mundo, afectando actualmente a más de 21 millones de nacimientos al año.1 La prevalencia varía según la demografía de la población evaluada. Por ejemplo, las personas embarazadas de diversos orígenes raciales y étnicos tienen un riesgo desproporcionado de DM gestacional (DMG) y DM previa al embarazo.2

La incidencia de diabetes mellitus tipo 1 (DM-1) ha aumentado a 3% a 4% durante los últimos 30 años, con los factores ambientales jugando un papel principal.3 Las tasas son más altas en áreas con acceso disminuido a espacios verdes y menos transitabilidad.4 Entre las mujeres que dieron a luz a un bebé nacido vivo en los Estados Unidos entre 2012 y 2016, 0,9% fueron diagnosticadas con DM pre gestacional (DMPG) y 6% fueron diagnosticadas con DMG.5

Para la DMG, la incidencia puede variar de 5% a 16% dependiendo de la prueba diagnóstica utilizada.6 El índice de masa corporal (IMC) de la población también afecta significativamente la incidencia reportada; las poblaciones con un IMC alto tienen un riesgo mucho mayor de DMG (15%) en comparación con aquellas con un IMC normal (4%).7,8

Clasificación, fisiopatología y diagnóstico de DM en embarazadas

Como parte de los cambios fisiológicos normales que acompañan cualquier embarazo, la sensibilidad a la insulina aumenta temprano durante la gestación para permitir un aumento en el almacenamiento de grasa materna.9 Esto está mediado principalmente por el lactógeno placentario humano, pero también por estrógeno, progesterona y cortisol.

A medida que avanza el embarazo, hay un aumento de 2 a 3 veces en la resistencia periférica a la insulina, lo que conduce a un estado de disminución relativa de la sensibilidad a la insulina, acompañado de un aumento correspondiente en la producción de insulina. Todos estos cambios fisiológicos están diseñados para proporcionar un sustrato energético en forma de glucosa que atraviesa la placenta y suple al feto en desarrollo.9,10,11

> Diabetes gestacional

La DMG, definida como DM diagnosticada durante el embarazo, no se reconoció como una condición única hasta la década de 1960.12 La DMG resulta esencialmente de una respuesta secretora de insulina inadecuada en combinación con la resistencia periférica a la insulina que ocurre naturalmente en el embarazo. Los enfoques para el diagnóstico de DMG varían ampliamente, aunque en los embarazos las pruebas de rutina generalmente se realizan entre las 24 y 28 semanas de gestación.

En 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó los criterios de DMG de 2010 de la Asociación Internacional de Diabetes en el Embarazo (IADPSG, por sus siglas en inglés).13,14 Los criterios de la IADPSG utilizan una prueba de tolerancia oral a la glucosa (PTOG) de 2 horas administrando una dosis única de 75 g de glucosa. Esto contrasta con el enfoque tradicional de 2 pasos de Carpenter y Coustan de realizar una PTOG con 50 g de glucosa en la primera hora, seguida de una PTOG diagnóstica de 3 horas con 100 g, que el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (CAOG) recomienda en base a un resumen de consenso de los Institutos Nacionales de Salud.15,16

La Tabla 1 resume estos 2 tipos de enfoques de detección y los criterios diagnósticos correspondientes.15,16,17El enfoque diagnóstico de 2 pasos no ha sido validado contra el enfoque diagnóstico de la IADPSG. Aunque el CAOG apoya el uso del enfoque de 2 pasos, reconoce que el enfoque de 1 paso puede ser apropiado para ciertas poblaciones. La Asociación Americana de Diabetes (ADA, por sus siglas en inglés) apoya los enfoques de 1 y 2 pasos descriptos en la Tabla 1 para el diagnóstico de DMG.17 Independientemente del enfoque que se utilice, la DMG se separa en 2 tipos: DMGA1, que se maneja con modificaciones en la dieta y la actividad física, y DMGA2, que requiere medicación.

Es controvertido si la DMG es únicamente una enfermedad de la última etapa del embarazo y necesita ser investigado más a fondo.18 Algunos expertos abogan por las pruebas antes de las 24 semanas de gestación para aquellas con factores de riesgo como IMC alto o historia de DMG, aunque no se ha establecido consenso sobre los criterios diagnósticos en el embarazo temprano. Si se diagnostica DM temprano en el embarazo según los criterios de la Tabla 1, las pacientes afectadas se designan como con DM manifiesta (según la IADPSG) o simplemente se etiquetan como con DM gestacional (según la OMS).

DM pre gestacional (DM-1 y DM-2)

El diagnóstico de DM pre gestacional se basa en los criterios ADA como sigue:

  • Hemoglobina A1C (HbA1C) ≥ 6,5% o glucemia en ayunas ≥ 126 mg/dl (7 mmol/l) o
  • Glucemia a las 2 horas post ingesta ≥ 200 mg/dl (11,1 mmol/l) o
  • Cetoacidosis diabética (CAD) o síntomas de CAD con una glucemia aleatoria ≥ 200 mg/dl (11,1 mmol/l)19,20

Las pacientes con DM-1 no pueden aumentar su secreción de insulina, que es una respuesta necesaria durante el embarazo.

Las pacientes con DM-2 enfrentan resistencia a la insulina antes del embarazo, que empeora durante el mismo.

La DM-1 se debe a la destrucción de las células B de los islotes pancreáticos a través de una respuesta mediada por inmunidad. Los autoanticuerpos contra las células B de los islotes pancreáticos se pueden encontrar hasta 20 años antes del comienzo clínico de la enfermedad.21 Sin embargo, la etiología de la DM-1 es heterogénea.

La predisposición genética y la respuesta a mediadores inflamatorios, así como a factores ambientales como infección, mala nutrición, microbioma intestinal estresado, respuesta tóxica a la medicación, o alguna combinación de las mismas, contribuyen al desarrollo de la enfermedad. Uno o una combinación de tales factores afectan el sistema inmunitario en desarrollo, lo que resulta en una respuesta anormal a los mediadores inflamatorios.21

Una respuesta sinérgica a factores de riesgo ambientales genéticos y epigenéticos resulta en DM-1.22

La historia de un padre con DM-1 impone un mayor riesgo de que su descendencia herede el cuadro clínico que si la madre está afectada.23

Similar a la DM-1, la DM-2 resulta de una respuesta sinérgica a exposiciones y factores de riesgo ambientales genéticos y epigenéticos. Sin embargo, los pacientes con DM-2 tienen una adecuada secreción de insulina con una mayor resistencia a la insulina.22 En última instancia, en respuesta a este aumento de la resistencia a la insulina, hay una pérdida progresiva de la secreción de insulina.

Realmente no hay un estándar para diagnosticar DM-2 durante el embarazo y las pacientes son tradicionalmente no etiquetadas como tales hasta la confirmación posparto. Bengtson y col. desarrollaron un modelo que tiene una sensibilidad del 80% para predecir que pacientes diagnosticadas con DM durante el embarazo tienen más probabilidades de ser diagnosticadas con DM-2 después del parto.

Este modelo se basa en una combinación de indicadores clínicos como los niveles de HbA1C, IMC, antecedentes familiares de diabetes y un diagnóstico temprano de DMG (<24 semanas de gestación).24 Si se valida, este enfoque puede ayudar a los esfuerzos de prevención de la diabetes entre las personas con DMG.

Impacto de la DM en las embarazadas

Las comorbilidades como la obesidad y la hipertensión juegan un papel en el impacto de la DM durante el embarazo.

Además, el impacto es transgeneracional como se discutirá más adelante. La DM es un factor de riesgo para las complicaciones de la hipertensión gestacional, y la hipertensión crónica agrava ese riesgo. La DM se asocia con un mayor riesgo de infecciones y pobre cicatrización de heridas durante el embarazo como ocurre en las no embarazadas.

Los niveles de glucosa en pacientes con DM también son más erráticos durante el embarazo, con niveles pico de glucosa tradicionalmente más altos y niveles mínimos de glucosa más bajos, respectivamente. Los niveles mínimos de glucosa más bajos plantean un mayor riesgo de CAD con un umbral menor de glucosa para desencadenar esta complicación.

Los problemas de salud pública asociados con la DM durante el embarazo incluyen peores resultados en las pacientes afectadas que están socialmente desfavorecidas.25 Además, la DM en el embarazo se correlaciona con riesgo de enfermedad cardiovascular y metabólica a largo plazo en las embarazadas y su descendencia.26 Un buen control de la glucosa debería disminuir este efecto, aunque actualmente se desconoce el impacto del tratamiento durante el embarazo en la salud metabólica a largo plazo de la descendencia.18

Impacto de la DM en el feto

En general, la DM durante el embarazo se asocia con un riesgo 2 a 5 veces mayor de anomalías fetales, muerte fetal y muerte neonatal, con el 50% de los bebés experimentando complicaciones como ingreso en la UCIN, prematuridad y/o macrosomía.1,25,27 Existe un mayor riesgo de aborto espontáneo y anomalías estructurales en embarazos complicados por diabetes pre gestacional.

El mal control glucémico (como se refleja en los niveles elevados de HbA1C en la concepción y en el comienzo del primer trimestre) se asocia con un mayor riesgo de aborto espontáneo y anomalías importantes.28 Los riesgos de anomalías son complejos y multifactoriales. Las anomalías del crecimiento también pueden afectar los embarazos complicados ya sea por DMG o DM pre gestacional.

Los estudios en animales han identificado los mecanismos moleculares de los defectos de nacimiento inducidos por la hiperglucemia, que incluyen un impacto negativo en el metabolismo de los lípidos, el exceso de generación de radicales libres y muerte de células aberrantes.29 Las anomalías fetales y las alteraciones del crecimiento son el resultado de alteraciones epigenéticas (con cambios en la expresión génica), así como del estrés oxidativo.6 El riesgo de anomalías aumenta en general, pero en particular para los defectos cardíacos y del tubo neural.6

En un estudio de cohorte de pacientes embarazadas con DM-1, una HbA1C del 8,5% o superior conllevó un riesgo del 33% de aborto espontáneo o anomalías.28 Una HbA1C superior al 10,4%, independientemente de la DM tipo 1 o 2, se ha asociado a un riesgo de anomalías superior al 10%.6,29 Las pacientes con DMG no son inmunes al mayor riesgo de anomalías si tienen valores elevados de glucemia en ayunas, IMC alto y/o un diagnóstico temprano de embarazo.9 Si la HbA1C de la paciente es inferior al 6,9%, el nivel de riesgo se aproxima al de la población general.6

Las anormalidades del crecimiento también son más comunes en embarazos complicados por DM, particularmente cuando el control de la glucemia es deficiente, pero esto no siempre es cierto. La comprensión causal de los determinantes y la evaluación del crecimiento y el desarrollo en embarazos complicados por DM siguen siendo limitadas. Por ejemplo, la HbA1C del primer trimestre es un buen predictor de macrosomía fetal, como lo es el índice glucémico dietético (calculado en base a la ingesta de carbohidratos) y la carga glucémica en el embarazo temprano, pero no se sabe exactamente por qué este es el caso.30,31

Se sabe que la hiperinsulinemia fetal se desarrollará temprano en el embarazo si se expone a una alta carga de glucosa, lo que resulta en un exagerado fenómeno de robo de glucosa fetal y macrosomía, lo que explica por qué incluso un buen control de la glucemia materna en el tercer trimestre todavía puede asociarse con macrosomía fetal. La hiperinsulinemia aumenta la actividad de la lipoproteína lipasa, resultando en una mayor incorporación de lípidos en los adipocitos fetales.32

La macrosomía, definida por el CAOG como un peso al nacer superior a 4500 g, se correlaciona con el grado de control diabético durante el embarazo33; sin embargo, esto es difícil de separar de la obesidad, que a menudo se asocia con DM.34

La macrosomía impone mayor riesgo de lesión al nacimiento, cesárea, hemorragia posparto y trauma materno, así como morbilidad y mortalidad perinatal general.35 El riesgo de crecimiento fetal acelerado persiste incluso cuando existe enfermedad microvascular, pero los embarazos diabéticos complicados por enfermedad vascular grave y/o preeclampsia tienen un riesgo asociado de restricción del crecimiento intrauterino (RCIU).36,37

La tasa de parto prematuro espontáneo o indicado aumenta en personas embarazadas con DM-1.38

El parto prematuro iatrogénico puede deberse a preeclampsia y/o RCIU. Hay un riesgo 5 veces mayor de muerte fetal intrauterina (MFIU) debido a la hiperglucemia y la hiperinsulinemia fetal, que conducen a un mayor consumo de oxígeno fetal que puede a su vez llevar a hipoxemia y acidosis fetal.39 La enfermedad microvascular adicional en pacientes diabéticas embarazadas puede afectar la perfusión útero-placentaria, lo que aumenta aún más el riesgo de MFIU.

El polihidramnios puede complicar los embarazos diabéticos. La etiología de esta asociación no está claramente definida, pero puede ser explicada por la poliuria fetal secundaria a hiperglucemia materna y/o fetal. Sin embargo, debido a que las anomalías congénitas aumentan en los embarazos diabéticos en general, es importante una evaluación de la causa específica del polihidramnios.

Impacto de la DM en el neonato/lactante

Los embarazos complicados con DM suponen un riesgo para el recién nacido como consecuencia de anomalías fetales, lesiones de nacimiento y prematuridad.

La macrosomía se asocia con un mayor riesgo de trastornos electrolíticos e hipoglucemia en el recién nacido. Sin embargo, la hipoglucemia, la hipocalcemia, la hipomagnesemia, la policitemia y la hiperbilirrubinemia indirecta del recién nacido aumentan en todos los embarazos diabéticos, incluso si no hay macrosomía. Además, estos riesgos, así como el riesgo de síndrome de distrés respiratorio (SDR) pueden ocurrir a pesar de un excelente control de la glucemia durante el embarazo.

El control inadecuado de la glucemia durante el embarazo y la obesidad contribuyen a la obesidad infantil. La adiposidad neonatal se correlaciona con la adiposidad de la embarazada (en base al IMC y los niveles de triglicerol en plasma) pero se correlaciona negativamente con el triglicerol en el suero del cordón umbilical, lo que sugiere un aumento de la captación de lípidos en el tejido fetal.18

Tanto la DM pre gestacional como la DMG se correlacionan con riesgos metabólicos y riesgos cardiovasculares a largo plazo tanto para las personas embarazadas como para sus hijos.26 Un buen control de la glucemia debería disminuir este impacto, pero se desconoce el efecto de la terapia durante el embarazo en la salud metabólica de la descendencia a largo plazo.18 La DM en el embarazo también puede tener un impacto negativo en la capacidad cognitiva de la descendencia y aumentar potencialmente el riesgo de trastorno por déficit de atención/hiperactividad y trastornos del espectro autista; sin embargo, otros factores de confusión pueden estar afectando estos riesgos.40

Manejo preconcepción y gestacional de pacientes con DM

No se puede subestimar la necesidad de promover la buena salud y el bienestar antes, durante y después del embarazo. El asesoramiento sobre estilo de vida, la optimización del control de la glucosa y el manejo de las comorbilidades, junto con el autocontrol frecuente de los niveles de glucemia, son esenciales para todos los pacientes con DM.

Preconcepción

Las principales causas actuales de mortalidad perinatal en el embarazo complicado por DM-1 o DM-2 son las malformaciones fetales, y el nivel de control de la glucemia durante el período peri concepción se correlaciona directamente con el riesgo de malformaciones. Dado que la mayoría de los embarazos no son planeados, es difícil optimizar la salud pre concepción. Entonces, en lugar de esperar hasta que una persona esté pensando en quedar embarazada, es crítico educar a las pacientes con DM sobre la importancia de un buen control glucémico; este enfoque no solo disminuye los riesgos en un futuro embarazo, sino que también se correlaciona con mejores resultados generales para la paciente.

Promover la conciencia, aumentar la educación, mejorar el acceso a la atención y empoderar a los pacientes con DM es imprescindible para mejorar los resultados en embarazos complicados por DM.

Hasta la fecha, lograr un excelente control de la glucosa antes del embarazo ha sido el medio mejor validado para mejorar los resultados de embarazos con DM. De hecho, se ha descubierto que la optimización de la glucemia pre concepción reduce el riesgo de anomalías fetales y disminuye la mortalidad perinatal en pacientes con DM-1 y DM-2, además de ser rentable.41

Un buen control de la glucemia en pacientes con DM en el primer y segundo trimestre reduce el riesgo de preeclampsia, macrosomía y prematuridad.25,42 El nivel ideal de HbA1C es de menos del 6,5% al principio del embarazo. Una HbA1C elevada en el primer trimestre se correlaciona fuertemente con malos resultados en el embarazo, el feto y el lactante.43,44

El enfoque ideal para las pacientes con DM es proporcionar asesoramiento pre concepcional sobre riesgos potenciales, ofrecer la oportunidad de tomar decisiones compartidas con respecto a continuar con el embarazo, y enfocarse en lograr el mejor control glucémico posible antes de continuar con el embarazo. Las pacientes con DM-1 y DM-2 pueden tener compromiso orgánico por lo que es importante que sean evaluadas para nefropatía, retinopatía, enfermedad cardíaca aterosclerótica, neuropatía y gastroparesia. Además, es esencial una evaluación de otras comorbilidades relacionadas como hipertensión, obesidad, y enfermedad tiroidea.

Además de optimizar el control glucémico y evaluar las comorbilidades y las complicaciones diabéticas, el cuidado pre concepción también debe incluir el inicio del ácido fólico y la revisión de la medicación, con la interrupción de aquellos medicamentos que sean potencialmente dañinos para un feto en desarrollo. La suplementación con ácido fólico a una dosis de 400 mg/día antes de la concepción durante 2 a 3 meses con continuación durante el resto del embarazo, además de una dieta equilibrada que incluya alimentos que contienen folato, es importante ya que se ha encontrado que disminuye el riesgo de anomalías.45

Se aconseja la suspensión de medicamentos que sean teratogénicos (como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina) y la sustitución por otros que tengan mejores perfiles de seguridad durante el embarazo.

La insulina es el tratamiento médico de primera línea para la DM durante el período previo a la concepción y durante el embarazo.

Ni la insulina ni los análogos de insulina que se introdujeron a fines de la década de 1990 cruzan la placenta.9

La metformina es el hipoglucemiante oral más estudiado y no se ha encontrado que aumente las anomalías fetales.6 La gliclazida es una sulfonilurea para pacientes con DM-2, pero los datos de seguridad sobre su uso en el embarazo son limitados. Sin embargo, un pequeño estudio que comparó la gliclazida con la metformina no mostró ninguna diferencia en la hipoglucemia, las anomalías fetales o el peso al nacer.6,46 Debido a datos de seguridad limitados, se recomienda la suspensión de la gliclazida antes de la concepción.

El IMC debe optimizarse antes de cualquier embarazo, idealmente a un nivel por debajo de 30. La obesidad está aumentando en todo el mundo47 y potencia de forma independiente el riesgo de cesárea, prematuridad, anomalías fetales, muerte fetal, y macrosomía.48 Los cambios en el estilo de vida, con más ejercicio y optimización del peso, tienen que estar bien pensados y ser a largo plazo, ya que los cambios a corto plazo antes del embarazo no han mejorado los resultados hasta la fecha.49

Tratamiento médico antes del parto

Como resultado del aumento del riesgo de las pacientes embarazadas con DM con complicaciones hipertensivas, se recomienda administrar aspirina en dosis bajas (81 mg diarios) después de las 12 semanas de gestación, comenzando idealmente entre las semanas 13 y 16, y continuando hasta el parto.16,17

Para pacientes con DMG, los riesgos generales incluyen un 30% de riesgo de parto por cesárea, 50% de riesgo de hipertensión, 70% de riesgo de prematuridad y 30% de riesgo de macrosomía.1

El tratamiento de la DMG para lograr el control de la glucemia disminuye el riesgo de distocia de hombros, macrosomía, cesárea e hipertensión.50 Por lo tanto, se recomienda el cribado universal entre las 24 y 28 semanas de gestación para tener un tiempo razonable para iniciar el tratamiento para el control de la glucemia. Un tercio de los pacientes con DMG necesitará medicamentos para el control adecuado de la glucosa.6,51 ADA y CAOG recomiendan la insulina como medicamento de primera línea para aquellas que necesitan tratamiento.

La mitad de las pacientes con DMG tratadas con hipoglucemiantes orales como gliburida o metformina logran un control adecuado de la glucosa y luego requieren un cambio a insulina.52

Las pacientes tratadas con metformina tienen el doble de probabilidades de necesitar insulina en comparación con las pacientes tratadas con gliburida. Sin embargo, debido a las preocupaciones sobre el aumento del riesgo de macrosomía e hipoglucemia neonatal con gliburida, la Sociedad de Medicina Materno-Fetal opinó que, aunque la insulina se considera el tratamiento de primera elección, la metformina es una alternativa razonable y segura.52 Sin embargo, Barbour y col. no coinciden con la adopción generalizada de metformina dado que las concentraciones fetales de metformina son equivalentes en la embarazada y el feto.53

La metformina podría imponer modificaciones epigenéticas en la expresión génica y también afecta las respuestas gluconeogénicas posnatales.53

Para personas con DM-1 o DM-2, la insulina o un análogo de insulina es el tratamiento de primera línea durante el embarazo. Las sulfonilureas atraviesan la placenta y se asocian con hipoglucemia neonatal.19 Ya no se recomienda la gliburida dadas las tasas más altas de hipoglucemia neonatal y macrosomía en comparación con metformina o insulina.54

Para pacientes con DM-2 que han sido tratadas con metformina antes del embarazo, se recomienda suspender la metformina al menos durante el primer trimestre. Una excepción a este enfoque es cuando la resistencia a la insulina de una paciente es tan importante que se requieren grandes cantidades de insulina, y se considera razonable la adición de metformina después de asesorar a la paciente sobre los riesgos.

Atención prenatal adicional

Un enfoque de equipo multidisciplinario para el cuidado de las embarazadas con DM es ideal e incluye un educador en diabetes certificado, endocrinólogo, nutricionista, obstetra y neonatólogo; sin embargo, a menudo no es factible. La telemedicina ha sido extremadamente útil en este enfoque.

Para la DM pre-concepción o manifiesta, se recomienda un enfoque de manejo como se describe en la Tabla 2.16,17,39,48,55,56,57,58,59,60 La DM no aumenta el riesgo de aneuploidía, pero debe ofrecerse la detección no invasiva de aneuploidías a todas las embarazadas.

La ecografía debe ser realizada en el primer trimestre no solo para fechar y evaluar la viabilidad, sino también para detectar anomalías que puedan observarse en este período (ej., agrandamiento de la translucencia nucal, anencefalia, defecto de la pared abdominal anterior). Esto debe continuarse con una exploración anatómica detallada aproximadamente a las 20 semanas de gestación y una ecocardiografía fetal entre las 22 y las 24 semanas de gestación.

Evaluar el crecimiento fetal con ultrasonografía es un desafío, particularmente en presencia de obesidad cuando la sensibilidad de las estimaciones de peso se desvía en hasta un 20%. El volumen fraccional del muslo en 3D sería el mejor predictor de las reservas de grasa corporal neonatal en aquellos con sospecha de macrosomía fetal, pero esta técnica no está ampliamente disponible fuera de los centros médicos académicos.57

La resonancia magnética fetal es más específica pero no más sensible que la ecografía 2D para predecir la macrosomía y es mucho más costosa.58 Por lo tanto, los neonatólogos deben comprender las limitaciones de las evaluaciones prenatales del peso fetal y que la única medida verdadera para la macrosomía será la evaluación/medida del recién nacido.

La frecuencia de evaluación del crecimiento fetal en embarazos complicados con DM se basa en la opinión de expertos; algunos recomiendan controles seriados (cada 3 o 4 semanas) si se necesitan medicamentos como insulina o metformina independientemente de si la paciente tiene DMG, DM manifiesta o DM pre gestacional, aunque este enfoque a menudo no es práctico en áreas de bajos recursos. Para pacientes con DMG que no requieren medicación, la recomendación actual es un escaneo ecográfico del crecimiento en el tercer trimestre. (17)

Las recomendaciones para la vigilancia prenatal también varían para pacientes embarazadas con DM. El enfoque más común es realizar pruebas prenatales a partir de las 32 semanas de gestación para aquellas que requieren medicación para el control de la glucosa; esto se logra con pruebas sin estrés bisemanales o perfiles biofísicos semanales. Para pacientes con DMG que no requieren medicación, no se recomienda la evaluación prenatal para ese diagnóstico solo.17

Monitoreo de glucosa y control glucémico/ tratamiento durante el embarazo

El objetivo de las pacientes embarazadas con DM es evitar la CAD y la hipoglucemia, que conducen a riesgos sustanciales para la embarazada y el feto en desarrollo. Tradicionalmente, se recomienda que las pacientes con DM-1, DM-2 o DMG obtengan una medición de glucemia en ayunas y una medición de glucosa 1 o 2 horas postprandial mediante punción digital todos los días con los siguientes objetivos:

  • Glucemia en ayunas = 70–95 mg/dl (3,9–5,3 mmol/l)
  • Glucemia 1 hora posprandial = 110–140 mg/dl (6,1–7,8 mmol/l), o
  • Glucemia 2 horas posprandial = 100–120 mg/dl (5,5–6,6 mmol/L)

Todas las personas embarazadas pueden tener náuseas, vómitos y pérdida del apetito en el primer trimestre. Además, la sensibilidad a la insulina aumenta y, por lo tanto, el riesgo de hipoglucemia también aumenta en el primer trimestre en todos los embarazos.11 Por lo tanto, para las pacientes con DM, es posible que sea necesario relajar los niveles objetivo de glucosa en el primer trimestre hasta que se resuelvan los síntomas gastrointestinales. A partir de entonces, las pacientes con DM deben alcanzar sus niveles objetivo de glucosa.

El tipo de insulina que se usa en el embarazo depende de la experiencia y preferencia del médico e incluye un enfoque de inyección subcutánea de mezcla dividida o una bomba de insulina. No hay pruebas claras de que la bomba de insulina sea superior al enfoque de mezcla dividida.19 Con el enfoque de insulina subcutánea de mezcla dividida se utiliza una insulina de acción intermedia o prolongada en combinación con insulina lispro o insulina aspart, esta última para cubrir las comidas. Es necesario validar la seguridad y la eficacia de los nuevos análogos de insulina y las preparaciones concentradas de insulina.

El monitoreo continuo de la glucemia, con un rango de glucosa objetivo de 63 a 140 mg/dl (3,5–7,8 mmol/l) con más del 70% de las medidas en el rango objetivo, parece prometedor para su uso en el embarazo. Sin embargo, esto no está regular o fácilmente disponible hasta la fecha. Un reciente ensayo clínico aleatorizado y controlado que comparó la monitorización de glucosa continua con la capilar en pacientes embarazadas con DM-1 mostró que la monitorización continua aumentó el porcentaje de tiempo en que la glucemia estuvo en el rango objetivo y redujo las complicaciones neonatales (50% de reducción de la macrosomía, las admisiones en la UCIN y la hipoglucemia neonatal).61

La combinación de una bomba de insulina con el control continuo de la glucemia también ha mostrado ser prometedora en determinadas pacientes embarazadas, con mediciones de glucosa más estables observadas en la embarazada y el recién nacido.62

Para las embarazadas con DM que son candidatas a recibir corticosteroides antes de las 34 semanas de gestación para mejorar la madurez pulmonar fetal, es importante tener en cuenta que este medicamento puede resultar en hiperglucemia severa incluso si el control de la glucosa está bien.

Si ocurre, la hiperglucemia suele durar 5 días. Debido a que las pacientes diabéticas embarazadas se consideraban de alto riesgo, no se incluyeron en el único ensayo en el que se administraron corticosteroides en la edad gestacional pretérmino tardía (es decir, 34-37 semanas de gestación) y, por lo tanto, la administración de corticosteroides en pacientes embarazadas con diabetes no se recomienda durante este período.63,64

Modalidad y momento del parto de embarazadas con DM

Para embarazadas con DM bien controlada, se recomienda el parto entre las 39 0/7 y las 39 6/7 semanas de gestación.16,17

No se recomienda el manejo expectante más allá de las 39 6/7 semanas de gestación.

Si hay preocupación por una inminente macrosomía, no se ha demostrado ningún beneficio adicional para el parto antes de las 39 0/7 semanas de gestación y este enfoque puede imponer un mayor riesgo de SDR debido al retraso de la madurez pulmonar fetal como resultado de la hiperglucemia fetal y su impacto en la maduración y función celular.65,66

El momento del parto ante hiperglucemia no controlada, falta de cumplimiento, muerte fetal previa, y/o enfermedad vascular en pacientes con DM debe considerarse de forma individual.15,59,67

Se recomienda la cesárea para el feto con peso estimado mayor o igual a 4.500 g en pacientes embarazadas con diabetes porque el riesgo de distocia de hombros es del 20% al 50%.68 Para pacientes diabéticas embarazadas con un peso fetal estimado entre 4.000 y 4.499 g, el riesgo de distocia de hombros es más bajo, pero aún sustancial, hasta en un 15%, por lo tanto, la consejería con toma de decisiones compartida es importante y la atención debe ser individualizada.68

Enfoque intraparto

Lo ideal es programar cesáreas o inducciones para pacientes embarazadas con DM temprano en la mañana porque la euglucemia es mucho más fácil de lograr cuando una paciente está en un estado de ayuno. Por lo general, el día antes del parto, la dosis nocturna de insulina se reduce a la mitad y se mantiene la dosis de insulina de la mañana; si se necesita insulina durante el parto, se proporciona a través de un goteo de insulina.

Para pacientes en trabajo de parto activo, la glucemia objetivo debe ser de 70 a 125 mg/dl (3,9–6,9 mmol/l) porque los niveles de glucemia más altos se han asociado con acidemia fetal e hipoglucemia neonatal.17,69

Las pacientes que están siendo tratadas con metformina no deben recibir metformina durante el trabajo de parto, y si es necesario, se puede administrar insulina intravenosa. Es importante darse cuenta de que los requerimientos de insulina disminuyen drásticamente después de la expulsión de la placenta y, por lo tanto, cualquier infusión de insulina debe detenerse después del parto. No existen contraindicaciones para la anestesia regional, aunque se deben utilizar soluciones sin dextrosa para bolos intravenosos.

Enfoque posparto

La cantidad de insulina subcutánea que necesita una paciente es típicamente mucho más baja en las primeras 48 horas del período posparto, y esto puede continuar indefinidamente, particularmente si la paciente está amamantando.

Para aquellas que tenían DM antes del embarazo, un enfoque razonable es reiniciar su régimen de insulina subcutánea a la mitad de la dosis previa al parto, con ajustes según necesidad. Debe fomentarse la lactancia materna, ya que los requisitos de insulina son aproximadamente un 20% más bajos en comparación con las mujeres que no amamantan.70,71 Tanto la insulina como la metformina son consideradas seguras para la lactancia. Después del parto, las pacientes con DMG a menudo tienen valores de glucosa normales sin tratamiento con insulina, incluso si requirieron una cantidad sustancial de insulina antes o durante el parto.

Otras morbilidades están asociadas con la DM en el embarazo. La depresión posparto es más común en pacientes con DM pre gestacional y DMG. Los pacientes con DMG tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes más adelante en la vida (riesgo >50% en comparación con el 20% en pacientes sin DMG) y deben ser nuevamente evaluadas formalmente 6 semanas después del parto.72

El Estudio de Resultados del Programa de Prevención de la Diabetes (un ensayo multicéntrico que evaluó los efectos de un programa intensivo de estilo de vida o tratamiento con metformina para prevenir o retrasar la DM-2 en pacientes de alto riesgo) encontró que el tratamiento con metformina redujo el riesgo de DM-2 en un 35% en comparación con placebo para aquellas en riesgo.1,9,73,74 Por lo tanto, se debe considerar comenzar con metformina en pacientes con DMG después del parto dado ese beneficio potencial.

Epigenética y DM

La epigenética está implicada en la exposición intrauterina a la hiperglucemia, lo que podría afectar la salud metabólica a largo plazo de los niños nacidos de embarazos complicados por DM.1,75 La DM puede cambiar los genes involucrados en las vías esenciales para la embriogénesis, incluyendo estrés oxidativo, apoptosis, metabolismo del folato, y proliferación.6 Con el estrés oxidativo, existe un desequilibrio entre el óxido nítrico y las especies reactivas de oxígeno, lo que lleva a un mayor riesgo de desarrollar anomalías en el feto.6 El estrés oxidativo daña directamente el ADN, causando oxidación de lípidos/proteínas.6

La evidencia sugiere que la exposición al tabaquismo, ciertas infecciones y los disruptores endocrinos (que se analizan a continuación) pueden conducir a una programación del desarrollo en el feto que lleva a obesidad y a DM-2 más adelante en la vida.76 De hecho, modificaciones epigenéticas de la metilación del ADN e interacciones de microARN se han relacionado casualmente con la obesidad y la DM-2.76 Las intervenciones como la dieta y el ejercicio pueden revertir los cambios epigenéticos y, por lo tanto, afectar a las generaciones futuras.

Un disruptor endócrino es una sustancia que puede interferir con la acción de una hormona, con 15 de estos disruptores definidos hasta la fecha. Los ejemplos incluyen al bisfenol-A (BPA) y los ftalatos, que son contaminantes de los alimentos y el agua que se encuentran en los plásticos y que se absorben fácilmente y pueden aumentar el riesgo de obesidad y DMG.77 El mecanismo exacto no está definido pero parecen alterar las células adiposas y las células B de los islotes pancreáticos, causando disfunción y daño transgeneracional.77 Los disruptores endocrinos alteran el desarrollo de órganos, la inmunidad, el metabolismo y el comportamiento.78

Interfieren con el epigenoma en desarrollo del feto, lo que resulta en condiciones tales como obesidad, diabetes, y enfermedades cardiovasculares más adelante en la vida.78 También afectan la salud placentaria en el embarazo actual, lo que representa un riesgo para DMG, preeclampsia y RCIU.78

Un niño que estuvo expuesto a disruptores endócrinos en el útero puede estar en mayor riesgo de disfunción cognitiva y trastornos por déficit de atención.79

Por lo tanto, la eliminación de dichas exposiciones es una importante medida sanitaria. Los datos sobre el impacto del BPA en las embarazadas son conflictivos. Un meta-análisis reciente de Taheri y col, por ejemplo, no encontró una asociación entre la exposición al BPA y el riesgo de DMG en un embarazo concurrente.80

La exposición al arsénico durante el embarazo se ha asociado con DMG, pero la evidencia no apunta claramente a un impacto adverso sobre la resistencia a la insulina posparto de la función de las células B de los islotes pancreáticos.81 Se ha demostrado la asociación entre la exposición ambiental a fenol y parabeno y la DMG, pero el impacto de una mezcla de dichos productos químicos en las exposiciones no se ha delineado claramente.82

En resumen, el impacto epigenético de la DM en el embarazo incluye una mayor incidencia de obesidad infantil, resistencia a la insulina/diabetes y problemas neurocognitivos en la descendencia, que parece extenderse a todas las formas de DM que complican el embarazo.1,73,83 Los cambios epigenéticos son modificables y reversibles, ya que no cambian la secuencia de ADN innata, sino más bien cambian la forma en que el cuerpo lee una secuencia de ADN y cómo se expresan los genes. Esta es un área de investigación activa, así como una oportunidad para modificar los resultados y mejorar la salud durante el embarazo.


Tabla 1. Criterios para el diagnóstico de DMG

ScreeningDiagnóstico de DMG
Enfoque de la IADPSG (apoyado por la OMS)
PTOG de 2 horas con 75 gSe requiere uno de los siguientes:
Glucemia en ayunas ≥ 92 mg/dl (5,1 mmol/l)
Glucemia a la hora ≥180 mg/dl (9,9 mmol/l)
Glucemia a las 2 horas ≥153 mg/dl (8,5 mmol/l)
Enfoque de dos pasos (apoyado por el CAOG)a
1. Bebida de 50 g de glucola oral en 1 horaGlucemia ≥135-140 mg/dl (7,5–7,7 mmol/l)b
2. PTOG de 3 horas con 100 gAl menos 2 valores anormales:
Glucemia en ayunas ≥ 95 mg/dl (5,3 mmol/l)
Glucemia a la hora ≥ 180 mg/dl (9,9 mmol/l)
Glucemia a las 2 horas ≥155 mg/dl (8,6 mmol/l)
Glucemia a las 3 horas ≥140 mg/dl (7,7 mmol/l)
aAunque el CAOG apoya el enfoque de 2 pasos, reconoce que el enfoque de 1 paso puede ser apropiado para ciertas poblaciones.
bLa mayoría de los centros utilizan un nivel de glucemia superior o igual a 135 mg/dl (7,5 mmol/l), pero este límite está asociado con una tasa de falsos positivos más alta.16
CAOG = Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, DMG = diabetes mellitus gestacional, IADPSG = Grupos de Estudio de la Asociación Internacional de Diabetes en el Embarazo, PTOG = prueba de tolerancia oral a la glucosa, OMS = Organización Mundial de la Salud

Tabla 2. Manejo clínico de pacientes con diabetes pre concepción o DM manifiesta durante el embarazo

Evaluación inicialRelevancia e informe clínico
Nivel de HbA1CRefleja el nivel promedio de glucemia durante los 3 meses anteriores.
Se utiliza para evaluar el grado de control de la glucosa, así como el riesgo de anomalías, preeclampsia y otras complicaciones.
Disminuye naturalmente en todos los embarazos, por lo que puede ser un desafío determinar los riesgos si se obtiene más adelante en el embarazo.55
GenéticaOfrecer cribado de aneuploidía.
Otras pruebas de referenciaFunción renal y excreción de proteínas en orina
Nivel de hormona estimulante de la tiroides (dado el riesgo de disfunción tiroidea autoinmune)
Urocultivo y sensibilidad (mayor riesgo de bacteriuria asintomática y, si no se trata, mayor riesgo de pielonefritis, sepsis, parto prematuro y CAD)
Electrocardiograma de 12 derivaciones (detección de compromiso cardíaco)
Ecocardiografía (si hay hipertensión o antecedentes de enfermedad cardíaca)
Examen físicoIMC
Examen oftalmológico
Presión arterial (PA):
Objetivo de PA sistólica <140 mmHg y PA diastólica <40 mmHg (similar a embarazos no complicados por DM); reduce el riesgo de preeclampsia, parto prematuro antes de las 35 semanas de gestación y muerte fetal o neonatal.56
Los medicamentos antihipertensivos incluyen labetolol (Nota: esto puede tener un impacto negativo en el control de la glucemia) o nifedipina
EcografíaPrimer trimestre para fecha, viabilidad, detección de anomalías.
Exploración detallada de la anatomía fetal aproximadamente a las 20 semanas de gestación.
El tiempo recomendado para las exploraciones de crecimiento varía:
Ante DM tratada con insulina
 ⸱ Sin afectación vascular: Exploración de crecimiento en el tercer trimestre a partir de las 28 semanas de gestación y cada 4 semanas
 ⸱ Con afectación vascular u otras comorbilidades: Considerar la exploración del crecimiento antes, posiblemente después de la exploración anatómica a las 20 semanas de gestación
Vigilancia prenatalComenzar a las 32 semanas de gestación hasta el parto (se puede considerar antes en la gestación según otras comorbilidades o complicaciones en el embarazo, como la restricción del crecimiento fetal).16,17,59
Pruebas sin estrés dos veces por semana o perfiles biofísicos semanales.
Ecocardiografía fetalImágenes aproximadamente a las 22-24 semanas de gestación
Las anomalías cardíacas representan el 50% de las anomalías fetales.48
El riesgo se correlaciona con la HbA1C (>8% de riesgo si HbA1C ≥8,5% vs. 3,9% de riesgo si HbA1C < 8,5%).28
Defectos más comunes: Defectos del tabique ventricular y defectos cono-troncales.
Potencial de hipertrofia septal si la hiperglucemia no está controlada.60
Si el control de la glucemia es deficiente, algunos recomiendan un segundo ecocardiograma en el tercer trimestre.
IMC = índice de masa corporal, PA = presión arterial, CAD = cetoacidosis diabética; DM = diabetes mellitus, HbA1C = hemoglobina A1C

Comentario

La prevalencia de la diabetes mellitus como una complicación en el embarazo continúa aumentando en todo el mundo, con los factores ambientales jugando un rol principal.

Debido a los problemas que la diabetes gestacional puede generar en la embarazada y el feto en desarrollo, así como las consecuencias a corto y largo plazo en el niño luego del nacimiento, es fundamental llevar un buen control de los niveles de glucemia durante todo el período gestacional y aplicar el tratamiento adecuado según necesidad. Sin embargo, no se debe olvidar que la acción más importante es la prevención de este cuadro en el período pre concepción, para optimizar la salud de la futura madre y proteger a su descendencia.


Taducción, resumen y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol

Pie Diabetico

 

Introducción

El pie diabético, es una complicación común y devastadora de la diabetes. Se asocia a una mala calidad de vida, tasas muy altas de amputación de miembros inferiores y mortalidad, y su manejo es costoso para los servicios de salud. Se estima que hasta una cuarta parte de los pacientes con diabetes tienen un riesgo de por vida de desarrollar pie diabético.

Desafortunadamente, incluso si se logra la curación, el 40% de los pacientes tienen una recurrencia dentro del primer año. Estas estadísticas aleccionadoras resaltan la necesidad de una atención y un manejo oportuno para prevenir las complicaciones del pie diabético. Se estima que el 85% de las amputaciones están precedidas por pie diabético y, por lo tanto, se pueden prevenir con mejoras en el cuidado de las úlceras.

Etiología

La etiología del pie diabético es un proceso complejo y multifactorial. Los factores de riesgo más importantes incluyen la neuropatía periférica diabética y la enfermedad vascular periférica (EVP). Otros factores de riesgo importantes incluyen factores relacionados con el paciente (p. ej., edad y comorbilidades como enfermedad renal y edema periférico), diabetes (p. ej., duración de la diabetes y control glucémico), anomalías biomecánicas (p. ej., deformidades del pie), infecciones y traumatismos (p. ej., calzado inadecuado).

La neuropatía diabética somática y autonómica es progresiva y puede dar lugar a un pie insensible, seco (anhidrótico) y deformado que presenta un alto riesgo de pie diabético. La neuropatía somática produce pérdida sensorial, lo que coloca al paciente en alto riesgo de sufrir un trauma no percibido. También puede afectar los nervios motores, lo que provoca atrofia muscular intrínseca del pie, movilidad limitada de la articulación del tobillo y deformidades posteriores del pie (p. ej., hallux valgus y dedos en garra) con carga de presión plantar elevada.

Las áreas del metatarso y del talón son particularmente vulnerables a esta carga patológica del pie. Con el tiempo, se pueden desarrollar callos (hiperqueratosis) que finalmente pueden romperse y provocar ulceración. La disfunción autonómica da como resultado una reducción de la sudoración dejando la piel seca, frágil y predispuesta a la formación de grietas y fisuras. La neuropatía autonómica también puede resultar en una alteración de la regulación microvascular y la perfusión del pie.

La enfermedad vascular periférica es una afección aterosclerótica crónica que se estima que está presente en hasta la mitad de los pacientes que presentan pie diabético. Se asocia con peor cicatrización, mayores tasas de amputación y mayor mortalidad. Los pacientes con EVP y pie diabético tienen casi el doble de riesgo de infección del pie.

Evaluación del pie diabético

> Historial clínico

Se debe obtener una historia clínica detallada de cada paciente que presente pie diabético. Debe incluir antecedentes del paciente, intervenciones previas, amputaciones, antigüedad del diagnóstico de diabetes, control glucémico, neuropatía periférica, tiempo de evolución de la ulceración, cambios en el aspecto de la úlcera y posibles factores precipitantes como traumatismos o calzado nuevo.

Considerar síntomas de infección sistémica (p. ej., fiebre), factores de riesgo de pie diabético, como neuropatía, síntomas de EVP (claudicación intermitente o dolor de reposo) o deformidades del pie. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la EVP puede estar ausente, ser sutil o atípica, debido a la alteración de la retroalimentación sensorial y la propensión a sufrir una enfermedad aterosclerótica más difusa o distal.

Examen físico

Realizar una evaluación de la herida y la presencia de lesiones potencialmente preulcerosas (p. ej., grietas, fisuras, infección micótica, uñas deformadas, espacios interdigitales macerados) y deformidades del pie, neuropatía y EVP. Se debe describir el número de úlceras, su ubicación, tamaño, profundidad, lecho de la herida, márgenes, presencia de estructuras más profundas (p. ej., tendón, hueso) y cualquier signo de infección. Las úlceras tienen diferentes características según la etiología subyacente. La palpación directa del hueso en la base de la herida plantea la posible presencia de osteomielitis. Se debe prestar especial atención a la detección de úlceras que puedan estar ocultas en los espacios interdigitales o bajo la piel callosa.

La prueba de neuropatía generalmente implica la prueba de sensibilidad usando un monofilamento de 10 g aplicado a diez sitios de prueba en el pie (ver figura). Esto se puede usar en combinación con pruebas de vibración (usando un diapasón de 128 Hz) y propiocepción en la primera articulación metatarsofalángica.

El examen vascular debe incluir una evaluación de los pulsos periféricos.

Sin embargo, es importante reconocer que el diagnóstico de EVP puede ser un desafío por la presencia de vasos calcificados e incompresibles. Aunque hay pruebas no invasivas disponibles (p. ej., índice de presión tobillo-brazo (ITB), índice de presión dedo del pie-brazo (IDB) o presión transcutánea de oxígeno (TcPO2)), se ha demostrado que el doppler del tobillo puede ser la mejor prueba para excluir la EVP en pacientes con diabetes. Independientemente, ITB e IDB deben medirse, ya que es probable que sean importantes en la estratificación del riesgo.

Sistemas de clasificación clínica de las úlceras del pie diabético

En los últimos años, se han desarrollado y validado varios esquemas de clasificación de las úlceras del pie diabético con fines de estratificación del riesgo y para permitir una mejor comunicación entre los profesionales de la salud. El Grupo de Trabajo Internacional sobre el Pie Diabético (IWGDF) recomienda el uso del sistema SINBAD para la comunicación entre los profesionales de la salud y el sistema WIfI para la evaluación de la perfusión y el posible beneficio de la revascularización.

SINBAD (puntaje máximo = 6)

Categoría

Definición

Puntaje

Sitio

Antepié

0

Mediopié y retropié

1

Isquemia

Pulso pedio intacto, al menos un pulso palpable

0

Evidencia clínica de reducción del flujo sanguíneo

1

Neuropatía

Sensación protectora intacta

0

Sensación protectora perdida

1

Infección bacteriana

Ausente

0

Presente

1

Área

Úlcera ≤ 1cm

0

Úlcera > 1cm

1

Profundidad

Úlcera confinada a la piel y tejido subcutáneo

0

Úlcera que alcanza músculo, tendón o más profundidad

1

 

WIfI

Categoría

Definición

Puntaje

Herida

Sin úlcera (dolor isquémico en reposo)

0

Úlcera pequeña y poco profunda en la parte distal de la pierna o el pie sin gangrena

1

Úlcera más profunda con hueso, articulación o tendón expuesto, ± cambios gangrenosos limitados a los dedos de los pies

2

Úlcera profunda extensa, úlcera de talón de espesor total ± afectación del calcáneo ± gangrena extensa

3

Isquemia

ABPI

Presión en el tobillo

Presión del dedo del pie o TcPO2

 

≥0.80

>100

≥60

0

0,60–0,79

70–100

40–59

2

0,40–0,59

50–70

30–39

2

<0,40    

<50

<30

3

Infección del pie

Sin síntomas/signos de infección

0

Infección definida por la presencia de al menos 2 de los siguientes:

•Hinchazón o induración local

•Eritema (>0,5 a ≤2 cm alrededor de la úlcera)

•Sensibilidad o dolor local

•Calidez local

•Secreción purulenta

 

Infección local (como se definió anteriormente) que afecta solo la piel y el tejido subcutáneo

1

Infección local (como se definió anteriormente) con eritema > 2 cm o estructuras más profundas que la piel/tejido subcutáneo

2

Infección local (como se describió anteriormente) con signos de SIRS, definidos por 2 o más de los siguientes:

Temperatura > 38 °C o < 36 °C

Frecuencia cardíaca > 90 latidos/min

Frecuencia respiratoria > 20 respiraciones/min o PaCO 2 < 32 mmHg

Recuento de glóbulos blancos >12.000 o <4.000 cu/mm o 10 % de formas inmaduras (banda)

3

Al examinar un pie caliente e hinchado en una persona con diabetes, es importante considerar siempre un diagnóstico diferencial de neuroartropatía de Charcot ("pie de Charcot"). En etapas tempranas, se presenta como una afección inflamatoria localizada de los huesos, las articulaciones y los tejidos blandos y puede diagnosticarse erróneamente como celulitis o gota. La deformidad clásica asociada con las etapas posteriores de esta afección es el colapso del mediopié ("pie en mecedora") que crea presiones plantares altas en el mediopié y el pie diabético subsiguiente (Figura).


Figura. Radiografías de pie diabético. (a) Radiografía lateral de una deformidad en mecedora del pie de Charcot. Tenga en cuenta que hay un colapso del arco y un calcáneo rotado. (b) Radiografía del pie de Charcot con fractura- luxación de Lisfranc . Obsérvese que existe un desplazamiento lateral de los metatarsianos menores con respecto al 1.er metatarsiano y una diástasis significativa entre el 1.er y 2.º metatarsianos. También se observa una fractura transversal en la base del segundo metatarsiano derecho. Estos hallazgos son compatibles con una luxación por fractura de Lisfranc. (c) Gas subcutáneo observado en una radiografía de un paciente con sepsis del pie diabético (flecha roja).

Análisis de laboratorio

Un recuento celular completo, PCR, función renal y hemoglobina glicosilada (HbA1c) pueden ser de interés. Un recuento elevado de neutrófilos y PCR pueden sugerir la presencia de una infección. El nivel de procalcitonina puede ser útil para determinar la presencia y la gravedad de una infección bacteriana, así como para monitorear la efectividad del tratamiento a lo largo del tiempo. La anemia puede afectar el potencial de cicatrización de heridas y debe corregirse.

Estudios por imágenes

Las radiografías pueden ser útiles para identificar deformidades óseas, cuerpos extraños, osteomielitis o gas subcutáneo en el tejido blando si se sospecha una infección. Es posible que se necesiten imágenes adicionales, como resonancia magnética (RMN), para evaluar la presencia de osteomielitis o una colección más profunda, mientras que la ecografía también puede ser útil con respecto a este último.

Si se sospecha EVP en un paciente con pie diabético activo, se requieren imágenes arteriales tempranas para confirmar el diagnóstico y planificar la revascularización. Las imágenes de primera línea suelen ser ecografías doppler arteriales completas de las extremidades inferiores. Las imágenes de segunda línea pueden incluir angiografía por tomografía computarizada (angioTAC), angiografía por resonancia magnética o angiografía por sustracción digital (ASD).

Microbiología

Las características clínicas de la infección incluyen eritema, calor, hinchazón, secreción purulenta y dolor. Aunque el dolor puede no ser una característica común en pacientes con neuropatía periférica, su presencia puede indicar la presencia de una colección más profunda que justifique más estudios.

Las muestras superficiales generalmente no son útiles, ya que identifican microorganismos que pueden no ser verdaderamente representativos. Por lo tanto, las muestras más profundas recolectadas por curetaje o biopsia son preferibles cuando sea posible. El diagnóstico definitivo de osteomielitis requiere el cultivo de muestras de hueso. Los microorganismos infecciosos comunes incluyen estafilococos, estreptococos y bacterias anaerobias.

Manejo del pie diabético

Prevención del pie diabético y complicaciones cardiovasculares de la diabetes

La prevención de ulceraciones nuevas y recurrentes es una prioridad clave. El NICE recomienda que todos los pacientes con diabetes se sometan al menos a un control anual de pies, oportunidad importante para evaluar el riesgo de ulceración, modificar los factores de riesgo y brindar educación al paciente. A los pacientes de riesgo moderado o alto de ulceración se les puede ofrecer controles más frecuentes (3 a 4 veces al año).

La modificación de los factores de riesgo cardiovascular se personaliza según el individuo, pero puede incluir el cese tabáquico, control de la glucemia, tratamiento antiplaquetario y el tratamiento de la hipertensión y la dislipidemia. Se debe informar a los pacientes sobre su riesgo actual de desarrollar pie diabético, cuándo buscar ayuda en caso de una emergencia, la importancia de las revisiones diarias de los pies y consejos generales sobre el cuidado de los mismos.

Los consejos para el cuidado de los pies deben incluir el lavado diario de los pies, seguido de un secado cuidadoso de los pies (especialmente entre los dedos), humectación de los pies (pero no entre los dedos), evitar caminar descalzo, usar calcetines con zapatos, usar zapatos apropiados, revisar el interior de los zapatos para objetos extraños antes de usarlos y cortar las uñas en línea recta.

Manejo de la sepsis del pie diabético

La infección local del pie diabético con signos de respuesta inflamatoria sistémica (p. ej., temperatura >38 °C o <36 °C, taquicardia y aumento de la frecuencia respiratoria) sugiere un diagnóstico de infección grave o sepsis. Se debe mantener un alto índice de sospecha ya que los retrasos en el tratamiento se asocian con un alto riesgo de morbilidad y mortalidad.

La administración de antibióticos y líquidos intravenosos no debe retrasarse. Las alteraciones metabólicas, incluidos los desequilibrios electrolíticos, la acidosis y la hiperglucemia, deben corregirse rápidamente. Además, el desbridamiento quirúrgico de emergencia para controlar la fuente de sepsis es fundamental.

Manejo de las heridas del pie diabético

La prevención y el manejo del pie diabético requieren una atención multidisciplinaria bien coordinada, que incluyan podólogos con experiencia en la evaluación y el manejo del pie diabético.

El manejo debe ser holístico y considerar la úlcera como un signo de enfermedad multiorgánica. Los equipos interdisciplinarios bien organizados pueden incluir miembros de varias especialidades: cirugía vascular, traumatología, podología, enfermería, entre otras.

Aunque la mayoría de los pacientes con pie diabético pueden tratarse de forma eficaz en el ámbito ambulatorio, requieren un tratamiento intensivo, aunque los pacientes pueden requerir atención hospitalaria (infección grave, fracaso del tratamiento ambulatorio y/o necesidad de un procedimiento quirúrgico.

Tratamiento de la infección: la infección está presente en hasta la mitad de los pacientes con pie diabético y está fuertemente asociada con un mayor riesgo de hospitalización, amputación y mortalidad. Una infección del pie diabético se define por la presencia de al menos dos de los signos clásicos de infección. Otros signos secundarios pueden incluir una herida maloliente y tejido de granulación friable.

La infección del pie diabético puede progresar rápidamente, por lo tanto, si se sospecha clínicamente una infección, se debe iniciar inmediatamente una terapia con antibióticos de amplio espectro. La elección de éstos dependerá de los protocolos locales y, de estar disponibles, de los resultados de cultivos recientes.

La respuesta al tratamiento debe revisarse regularmente y los antibióticos deben cambiarse de acuerdo con las sensibilidades lo antes posible. La duración requerida de la terapia con antibióticos suele ser de 10 a 14 días para infecciones de tejidos blandos, o de 6 a 8 semanas para osteomielitis (Figura). El ensayo reciente OVIVA (antibióticos orales versus intravenosos) demostró resultados equívocos entre los antibióticos orales e intravenosos para infecciones complejas de huesos y articulaciones.

Figura. Ulceración del pie diabético. (a) Úlcera de pie diabético en la cara lateral del pie derecho. (b) Radiografía de la misma úlcera que demuestra osteomielitis de la cabeza del quinto metatarsiano (flecha roja). También se hace nota de vasos pedales calcificados.

El tratamiento de la infección también suele requerir algún tipo de tratamiento quirúrgico para controlar la infección y establecer un lecho sano de la herida. Esto puede variar desde el desbridamiento hasta una resección más extensa de tejido. Datos recientes sugieren que la osteomielitis no complicada puede tratarse de manera conservadora con un curso prolongado (6 a 8 semanas) de antibióticos orales sin necesidad de cirugía. Sin embargo, es menos probable que este enfoque más conservador sea efectivo en presencia de EVP, enfermedad renal en etapa terminal, infección grave, organismos resistentes e infección necrosante de tejidos blandos o huesos.

Descarga: Las lesiones repetitivas causadas por la alta presión y las fuerzas de cizallamiento impiden la cicatrización del pie diabético. La descarga es fundamental en el manejo del pie diabético y se refiere al uso de dispositivos o cirugía para aliviar esta presión y facilitar la cicatrización de heridas. Estos incluyen calzado terapéutico y plantillas personalizadas, apósitos acolchados, separadores de dedos, yesos de contacto total. Los yesos de contacto total siguen siendo el estándar de oro para la descarga.

La cirugía del pie para la descarga incluye el alargamiento del tendón del calcáneo en personas con ulceración de la cabeza del metatarsiano y tenotomía flexora para dedos en garra con ulceración interfalángica apical y/o dorsal.

Atención de úlceras locales: el desbridamiento es la eliminación de tejido no viable o contaminado que puede servir como reservorio de infección o impedir el crecimiento normal del tejido. El desbridamiento es un componente esencial del tratamiento de las heridas agudas y crónicas del pie diabético.

El desbridamiento quirúrgico menor se puede realizar al lado de la cama sin el uso de anestesia local, en el paciente neuropático insensible, si no hay riesgo de sangrado mayor e implica el uso de curetas, bisturí o tijeras para raspar o diseccionar con precisión el tejido no viable y el coágulo proteínico en la superficie de la herida. El sangrado se puede controlar con presión directa.

Se prefiere el desbridamiento quirúrgico mayor, llevado a cabo en un quirófano, en los casos en que se requiere un desbridamiento más extenso, por ejemplo, en casos de colecciones profundas o infecciones de tejidos blandos, presentaciones agudas de sepsis del pie diabético o cuando se prevé un sangrado significativo. En presencia de isquemia e infección grave, como la sepsis del pie diabético, se debe realizar un desbridamiento de emergencia sin demora para evitar la rápida propagación de la infección. Después, se deben realizar imágenes vasculares urgentes y revascularización si es necesario.

El principio general del desbridamiento quirúrgico del pie es dejar solo tejido sano.

Si el tejido no está claramente delimitado, la incisión se puede iniciar en el medio de la herida y extenderse hasta alcanzar el tejido sangrante viable para identificar un borde potencialmente sano. El desbridamiento siempre debe ir seguido de una irrigación generosa para reducir la carga bacteriana y los desechos.

Las técnicas de desbridamiento biológico incluyen apósitos autolíticos, ungüentos enzimáticos, agentes osmóticos y terapia larval. Trabajan lentamente, pero son útiles para heridas con áreas pequeñas de tejido no viable, particularmente aquellas que son difíciles de desbridar quirúrgicamente. Los apósitos autolíticos (hidrogeles, hidrocoloides, alginatos e hidrofibras) promueven la liberación de enzimas proteolíticas endógenas para disolver el tejido esfacelado o necrótico. Los ungüentos enzimáticos (p. ej., colagenasa) contienen enzimas proteolíticas que alteran selectivamente el tejido desvitalizado y funcionan mejor en heridas húmedas o fibróticas.

El desbridamiento osmótico (miel) funciona extrayendo líquido del tejido sano para facilitar el desbridamiento autolítico endógeno. La terapia con larvas (también conocida como terapia de desbridamiento de gusanos) consiste en colocar gusanos vivos irradiados sobre la úlcera durante 3 a 5 días, ya sea sueltos o alojados en una bolsa biológica. Los gusanos digieren el tejido necrótico y no viable y secretan un compuesto antibacteriano que reduce la carga biológica de la herida al mismo tiempo que reduce la inflamación y facilita la remodelación del tejido. Después del desbridamiento, se puede lograr el cierre primario, secundario o terciario de la herida según la ubicación y el área de la herida.

Revascularización: en el contexto del pie diabético, el objetivo principal de la revascularización es restablecer el flujo sanguíneo y la perfusión para mejorar las posibilidades de cicatrización de heridas. La Sociedad Vascular de Gran Bretaña e Irlanda (VSGBI) recomienda que los pacientes ambulatorios con isquemia crónica que amenaza las extremidades deben ser revascularizados dentro de las 2 semanas posteriores a la derivación, mientras que los pacientes hospitalizados deben ser revascularizados dentro de los 5 días.

Hay dos enfoques principales para la revascularización: revascularización quirúrgica abierta o endovascular. Estos dos enfoques también se pueden usar en combinación en procedimientos híbridos. Esta elección debe personalizarse para el paciente y se basa en la evaluación de una serie de factores que incluyen el patrón anatómico de la enfermedad, la demanda metabólica de la herida, el riesgo específico del paciente y la preferencia.

Amputación: La toma de decisiones con respecto a cuándo amputar y a qué nivel puede ser un desafío. Aunque las amputaciones son un resultado no deseado y devastador, permiten la eliminación de tejido no viable e infectado. Una decisión temprana e informada de proceder con una amputación mayor apoyada por un equipo multidisciplinario tiene el potencial de reducir el tiempo y el deterioro del paciente que puede estar asociado con los esfuerzos prolongados para salvar la extremidad.

La amputación puede dar como resultado una mejora en la calidad de vida, particularmente en pacientes inmóviles que sufren heridas recurrentes que no cicatrizan asociadas con ingresos hospitalarios prolongados, visitas frecuentes al hospital, cambios regulares de vendajes y ciclos prolongados de antibióticos requeridos para el tratamiento de organismos resistentes.

Las amputaciones se pueden clasificar en menores (por debajo del nivel del tobillo) o mayores (por encima del nivel del tobillo). La amputación mayor de miembros inferiores está indicada en pacientes que no tienen más opciones de tratamiento. Las amputaciones por debajo o a través de la rodilla tienen la ventaja de una mayor movilidad con prótesis, mientras que la amputación por encima de la rodilla es una operación más rápida de realizar con tasas más altas de curación.

Las amputaciones menores (p. ej., amputaciones parciales/completas del radio y transmetatarsianas) son elementos importantes del tratamiento del pie diabético que se llevan a cabo como parte de los procedimientos de desbridamiento mayores. Los pacientes con gangrena digital seca, bien delimitada y de volumen limitado pueden tratarse de manera conservadora mientras se espera la autoamputación si no hay evidencia de infección o dolor.

En pacientes inestables con sepsis de pie diabético, una estrategia más apropiada puede ser realizar una amputación rápida en guillotina del tejido infectado y regresar al quirófano una vez que esté estable para convertirlo en una amputación formal.

Puntos prácticos

• Los controles de rutina del pie diabético son importantes en la prevención de la ulceración y las complicaciones cardiovasculares, ya que brindan la oportunidad de evaluar el riesgo, modificar los factores de riesgo y brindar educación al paciente.

• Siempre se debe sospechar un diagnóstico de osteoartropatía neuropática de Charcot en un individuo con diabetes que presenta un pie caliente e hinchado.

• En un paciente con ulceración del pie diabético, el diagnóstico oportuno de enfermedad arterial periférica y la revascularización posterior son determinantes importantes de la cicatrización de la úlcera.

 

Conclusión

El pie diabético es una complicación compleja y devastadora de la diabetes. La prevención de complicaciones nuevas o recurrentes del pie diabético es una prioridad clave, que solo se puede lograr a través de exámenes regulares de los pies y la estratificación del riesgo con la modificación adecuada de los factores de riesgo y la educación del paciente.

Las complicaciones del pie pueden ser difíciles de manejar. Un aspecto importante del manejo incluye el diagnóstico temprano, la atención multidisciplinaria bien coordinada, el tratamiento oportuno de la infección y la enfermedad arterial periférica, así como el cuidado y descarga óptimos de la herida.