sábado, 21 de septiembre de 2024

Angina de pecho o infarto: ¿pensó en Cocaína?

 Autor/a: Dres. McCord J, Jneid H, Hollander JE, et al.

Introducción

Los objetivos de esta investigación son aportar una revisión crítica obtenida de la literatura científica sobre el dolor precordial y el infarto de miocardio asociados con la cocaína, estableciendo recomendaciones para el diagnóstico y el tratamiento.

Epidemiología

La cocaína es la segunda droga ilegal más frecuentemente usada en Estados Unidos después de la marihuana, pero es la primera causa de consulta en salas de emergencia por abuso de drogas. El 14% de las personas mayores de 11 años de edad (34 millones) en ese país, la probaron al menos una vez y 2000 individuos la consumen por vez primera cada día. La tasa más alta de consumo de cocaína se da entre los 18 y 25 años de edad. La precordialgia constituye el 40% de los síntomas de las personas que acuden a las salas de emergencia.

Fisiopatología

La cocaína ejerce múltiples efectos hematológicos y cardiovasculares que contribuyen a la precordialgia y al infarto de miocardio (IM). La cocaína bloquea la recaptación de norepinefrina y dopamina en las terminales presinápticas adrenérgicas causando una acumulación de catecolaminas en el receptor postsináptico y actuando por lo tanto, como un poderoso agente simpaticomimético.

La cocaína produce taquicardia e hipertensión en forma dosis dependiente y estos efectos se incrementan cuando se asocian con bebidas alcohólicas. La cocaína también produce un aumento de la tensión sistólica de la pared del ventrículo izquierdo y vasoconstricción coronaria, especialmente en pacientes con antecedentes de enfermedad coronaria. La asociación con tabaquismo aumenta estos fenómenos.

El mecanismo de vasoconstricción coronaria se debería a una estimulación de los receptores α-adrenérgicos sobre el músculo liso, a un aumento de producción de endotelina-1 y a una menor disponibilidad de óxido nítrico.

La cocaína también aumenta la actividad procoagulante y la agregación plaquetaria, así como los valores de proteína C reactiva.

Por lo tanto, la cocaína aumenta el riesgo de precordialgia y de IM en forma multifactorial.

La incidencia de IM en pacientes que ingresan a las salas de emergencia con precordialgia por abuso de cocaína oscila entre el 0,7% y el 6%, siendo el promedio de edad de 38 años.

Cuadro clínico

Los síntomas por abuso de consumo de cocaína son en orden de frecuencia:

  • Precordialgia
  • Disnea
  • Diaforesis
  • Ansiedad
  • Palpitaciones
  • Mareos

La precordialgia asociada por abuso de cocaína puede también ser causada, aunque en mucho menor escala, por disección de la aorta. Otras manifestaciones son la hipertensión pulmonar y un síndrome pulmonar caracterizado por hipoxemia, hemóptisis, infiltrados pulmonares e insuficiencia respiratoria por la inhalación de cocaína base.

La producción de un IM ocurre con más frecuencia dentro de la hora de haber consumido cocaína, pero los metabolitos de la droga que persisten hasta 24 horas pueden causar vasoconstricción coronaria.

Complicaciones y pronóstico

En el estudio sobre 130 pacientes del Cocaína-Associated Myocardial Infarction, la complicación cardíaca más frecuente fueron las arritmias (bradicardia 20%, taquicardia ventricular 18%, y taquicardia supraventricular 5%).
En general, los pacientes que fueron hospitalizados o tratados en una sala de emergencias y persisten con la adicción tienen un alto porcentaje de sufrir un IM y complicaciones asociadas.

Estrategias diagnósticas

El paciente puede manifestar haber consumido recientemente cocaína. En los casos en que no quiere o no puede colaborar con la información, se recurre a estudios de laboratorio como el inmunoensayo cualitativo para la detección en la orina del metabolito benzoilecgonina. También se puede detectar en la sangre y en el cabello. En la orina este metabolito persiste hasta 48 horas del consumo de cocaína.

La sospecha de intoxicación o sobredosis de cocaína se debe tener en cuenta en un paciente joven, sin antecedentes cardiovasculares que se presenta con los síntomas mencionados anteriormente.

Electrocardiograma

Las alteraciones del electrocardiograma (ECG) en pacientes con precordialgia se presentan en el 56% - 84% de los casos. No hay signos específicos y la mayoría de las veces se observa repolarización precoz, hipertrofia ventricular o cambios típicos del ST para IM o isquemia.

Biomarcadores cardíacos

Conviene hacer determinaciones de troponinas porque son los únicos marcadores que se elevan exclusivamente por IM. Los valores de creatina-quinasa y de mioglobina pueden estar elevados sin IM debido a la acción de rhabdomiolisis de la cocaína.

Estudios por imágenes

Los estudios de perfusión miocárdica por imagines tienen una alta especificidad y sensibilidad para detectar el IM.

Ecocardiograma

Los consumidores crónicos de cocaína tienen aumentado el índice de masa ventricular y el espesor de la pared posterior del ventrículo izquierdo, dando una imagen de hipertrofia ventricular concéntrica, ya que la cavidad ventricular no se altera. Debido a que esta hipertrofia enmascara alteraciones de la motilidad de la pared, el ecocardiograma no es de mucha utilidad para evaluar isquemia.

Angiografía coronaria

Se detectan lesiones coronarias en el 77% de los pacientes consumidores de cocaína que presentan un IM.

Estrategias terapéuticas

Los pacientes con precordialgia o IM asociada al consumo de cocaína serán tratados en la misma forma que lo establecido para las recomendaciones de los síndromes coronarios agudos, excepto algunos aspectos puntuales que son:

  • Administración de benzodiacepinas por vía intravenosa que calman la precordialgia y producen un efecto hemodinámico beneficioso sobre el corazón.

  • La hipertensión y la taquicardia no requieren tratamiento directo y las benzodiacepinas en general resuelven estas dos manifestaciones.

  • Nitroprusiato de sodio, nitroglicerina o fentolamina cuando no cede la hipertensión arterial.

  • En los casos en que se constata un IM con supradesnivel ST se indica la angioplastia de urgencia. No se recomienda el empleo de stents liberadores de drogas que requieren tratamiento prolongado con clopidogrel. Esto se debe a la falta de adherencia terapéutica que caracteriza a los pacientes con adicciones.

  • No se recomiendan los tratamientos fibrinolíticos a menos que sea imposible realizar una angioplastia. Se han observado casos de hemorragia intracraneal con el tratamiento fibrinolítico en pacientes con IM por consumo de cocaína.

  • Los beta-bloqueantes están contraindicados, especialmente el propanolol porque aumentan la vasoconstricción coronaria. Tampoco se recomienda el labetalol que a pesar de ser un alfa y beta-bloqueante no revierte la vasoconstricción coronaria.

  • Los bloqueantes de los canales del calcio son agentes de segunda elección cuando fracasó la respuesta con benzodiacepinas, nitroglicerina o nitroprusiato. La nifedipina está contraindicada.

  • La aspirina se indicará de rutina. En los casos de IM se administrará heparina no fraccionada.

Arritmias ventriculares

Cuando la arritmia ventricular se produce inmediatamente después del consumo de cocaína, se debe a efectos anestésicos locales (canal de sodio) y responde bien con bicarbonato de sodio. La arritmia ventricular que ocurre varias horas después del consumo de cocaína es secundaria a isquemia y el primer tratamiento es por lo tanto el de la isquemia. También esta indicada la lidocaína en estos casos.

Tratamiento del paciente después del alta hospitalaria

Prevención. El aspecto más difícil de abordar es que el paciente abandone la adicción no solamente a la cocaína sino a otras sustancias como el alcohol y el tabaco. Si esto se logra es muy improbable la recurrencia de la precordialgia y más aún del IM. De los pacientes que fueron atendidos por precordialgia, al menos el 60% confiesa haber recaído en la droga un año después.
Estos pacientes requieren apoyo psicosocial incluyendo psicoterapia, grupos de contención y apoyo y terapia cognoscitiva.

Los pacientes que tuvieron un IM deberán recibir tratamiento antiagregante plaquetario, preferentemente aspirina. Si fueron sometidos a angioplastia con colocación de stent metálico deberán recibir clopidogrel durante un mes como mínimo y durante un año si se les colocó un stent liberador de drogas.

Cuando existe disfunción sistólica del ventrículo izquierdo se recomiendan los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina.

Como se señaló previamente, estos pacientes no deben recibir beta-bloqueantes.

domingo, 7 de julio de 2024

Bacteriuria asintomática en adultos hospitalizados

Autor/a: Sonali D. Advani, David Ratz, Jennifer K. Horowitz, et al. Fuente: JAMA Netw Open. 2024;7(3):e242283  Bacteremia From a Presumed Urinary Source in Hospitalized Adults With Asymptomatic Bacteriuria

 

PUNTOS CLAVE

 > Pregunta  

¿Cuál es la prevalencia de bacteriemia de presunta fuente urinaria en pacientes hospitalizados con bacteriuria asintomática (BAS)?

 > Hallazgos  

En este estudio de cohorte de 5 años de duración en 68 hospitales de 11.590 pacientes hospitalizados con bacteriuria asintomática (BAS), sólo el 1,4% desarrolló bacteriemia de una supuesta fuente urinaria, mientras que el 72,2% recibió terapia antibiótica empírica para la infección del tracto urinario.

De los 2126 pacientes con bacteriuria con estado mental alterado pero sin signos sistémicos de infección, sólo el 0,7% desarrolló bacteriemia de una presunta fuente urinaria.

 > Significado  

Estos hallazgos sugieren que la bacteriemia de una presunta fuente urinaria era rara en pacientes con bacteriuria asintomática (BAS), incluso en aquellos que presentaban un estado mental alterado.

Introducción

La infección del tracto urinario (ITU) es una de las infecciones más sobrediagnosticadas, especialmente en pacientes hospitalizados, adultos mayores y pacientes cateterizados. Datos recientes muestran que casi el 50% de las prescripciones de antibióticos para las infecciones urinarias ambulatorias son inapropiadas o innecesarias.

El tratamiento de la bacteriuria asintomática (BAS) es aún más común en adultos mayores hospitalizados y en aquellos que presentan demencia y/o estado mental alterado (AMS). El AMS sigue siendo una de las principales indicaciones para el tratamiento de la bacteriuria asintomática (BAS) a pesar de las pautas de la Sociedad Estadounidense de Enfermedades Infecciosas (IDSA) que recomiendan suspender el tratamiento con antibióticos en pacientes con bacteriuria asintomática (BAS).

Una razón para el tratamiento excesivo de la bacteriuria asintomática (BAS) es la preocupación de los médicos de que puedan ocurrir malos resultados (p. ej., bacteriemia por ITU) si no se inician los antibióticos tempranamente. La evidencia para guiar el tratamiento en estas situaciones es escasa. Por un lado, los estudios sugieren que los retrasos en el uso de antibióticos en pacientes con bacteriemia o sepsis grave pueden aumentar la mortalidad. Por el contrario, no se ha demostrado que el tratamiento con antibióticos de la bacteriuria asintomática (BAS) mejore los resultados clínicos y, en cambio, se asocia con una mayor utilización de la atención médica, eventos adversos de los medicamentos e infección por Clostridioides difficile (CDI).

Estudios anteriores han sugerido que estimar el riesgo de un paciente de sufrir un resultado (p. ej., bacteriemia) y luego tratarlo con terapia con antibióticos si su riesgo excede el 2% podría equilibrar el posible tratamiento insuficiente o excesivo. Sin embargo, no existe una forma validada de estimar el riesgo de bacteriemia en un paciente hospitalizado con BAS.

Intentamos (1) determinar la prevalencia de bacteriemia de una presunta fuente urinaria en una gran cohorte multihospitalaria de pacientes hospitalizados con BAS y un subgrupo de pacientes con estado mental alterado (AMS); (2) examinar los factores asociados con la bacteriemia de una presunta fuente urinaria en pacientes con bacteriuria asintomática (BAS); y (3) estimar los antibióticos evitados si se utilizara un riesgo de bacteriemia del 2% como umbral para el tratamiento antibiótico empírico de la BAS.

Importancia  

Las pautas recomiendan suspender los antibióticos en la bacteriuria asintomática (BAS), incluso entre pacientes con estado mental alterado (AMS) y sin signos sistémicos de infección. Sin embargo, el tratamiento de la bacteriuria asintomática (BAS) sigue siendo común.

Objetivos  

Determinar la prevalencia y los factores asociados con la bacteriemia de una presunta fuente urinaria en pacientes hospitalizados con BAS con o sin estado mental alterado (AMS) y estimar los antibióticos evitados si se utilizara un riesgo del 2% de bacteriemia como umbral para iniciar el tratamiento antibiótico empírico de BAS.

Diseño, entorno y participantes  

Este estudio de cohorte evaluó a pacientes hospitalizados en cuidados no intensivos con bacteriuria asintomática (BAS) (sin compromiso inmunológico ni infecciones concomitantes) en 68 hospitales de Michigan desde el 1 de julio de 2017 hasta el 30 de junio de 2022. Los datos se analizaron desde agosto de 2022 hasta enero de 2023.

Principales resultados y medidas  

El resultado primario fue la prevalencia de bacteriemia de una supuesta fuente urinaria (es decir, hemocultivo positivo con organismos compatibles dentro de los 3 días posteriores al urocultivo).

Para determinar los factores asociados con la bacteriemia se utilizaron modelos de regresión logística multivariable. Estimamos el riesgo de bacteriemia de cada paciente y determinamos qué porcentaje de pacientes tratados empíricamente con antibióticos tenían menos del 2% de riesgo estimado de bacteriemia.

DEFINICIONES

Bacteriuria:

Se definió bacteriuria o urocultivo positivo si el hospital lo marcó como anormal. Si bien muchos hospitales utilizan un crecimiento bacteriano de 103 o más con no más de 2 organismos o 102 con E. coli, algunos utilizan definiciones alternativas.

Signos y síntomas:

Signos o síntomas específicos de ITU: Fiebre >38 C (sin una explicación alternativa), escalofríos, urgencia, frecuencia, disuria, dolor o sensibilidad costovertebral, dolor/sensibilidad suprapúbica y hematuria aguda.

Signos o síntomas inespecíficos

Alteración del estado mental con o sin demencia, fatiga, caídas, deterioro funcional, malestar general, cambio de color u olor de la orina, retención urinaria aguda o de nueva aparición, incontinencia urinaria, dolor abdominal, náuseas o vómitos.

Signos o síntomas sistémicos de infección

Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS) o leucocitosis o hipotensión con presión arterial sistólica menor de 90.

Bacteriemia

La bacteriemia de una presunta fuente urinaria se definió si un paciente tenía un hemocultivo positivo en el que crecía al menos un organismo que coincidiera con el urocultivo. Para ser incluido, el hemocultivo debía tener no más de 2 patógenos y obtenerse dentro de los 3 días posteriores al urocultivo positivo (se excluyeron los pacientes con infecciones concomitantes).

Historia urológica

Los antecedentes urológicos complicados se definieron como antecedentes de nefrolitiasis (cálculos renales); cirugía urológica en los 30 días anteriores (litotricia, ureteroscopía, cistoscopía); catéter suprapúbico previo o tubo de nefrostomía dentro de los 30 días; antecedentes de obstrucción urinaria, retención urinaria, vejiga neurogénica o incontinencia urinaria en los 30 días anteriores al encuentro hospitalario.

Eventos de infección por Clostridioides difficile (CDI)

Los eventos de CDI se definieron en pacientes con diagnóstico de laboratorio (reacción en cadena de la polimerasa de C. difficile positiva y/o nivel de glutamato deshidrogenasa con prueba de inmunoensayo enzimático de toxina) que ocurrieron ≥48 horas después del urocultivo o un nuevo evento de CDI dentro de los 30 días posteriores al alta hospitalaria determinado por vía de registro médico o informe del paciente en una llamada telefónica 30 días después del alta.

Duración

La duración de la hospitalización se evaluó a partir del día en que se realizó el urocultivo (análisis de orina o urocultivo).

Resultados  

De 11.590 pacientes hospitalizados con bacteriuria asintomática (BAS) (mediana de edad [IQR], 78,2 [67,7-86,6] años; 8.595 pacientes mujeres [74,2%]; 2235 pacientes afroamericanos o negros [19,3%], 184 pacientes hispanos [1,6%], y 8.897 pacientes blancos [76,8%]), 8.364 (72,2%) recibieron tratamiento antimicrobiano para la ITU y 161 (1,4%) tuvieron bacteriemia de una presunta fuente urinaria.

Solo 17 de 2126 pacientes con estado mental alterado (AMS) pero sin signos sistémicos de infección (0,7%) desarrollaron bacteriemia.

En el análisis multivariable, sexo masculino (odds ratio ajustado [aOR], 1,45; IC 95%, 1,02-2,05), hipotensión (aOR, 1,86; IC 95%, 1,18-2,93), 2 o más criterios de respuesta inflamatoria sistémica (aOR, 1,72; IC 95%, 1,21-2,46), retención urinaria (ORa, 1,87; IC 95%, 1,18-2,96), fatiga (ORa, 1,53; IC 95%, 1,08-2,17), registro de leucocitosis sérica (ORa, 3,38). ; IC del 95 %, 2,48-4,61) y piuria (aOR, 3,31; IC del 95 %, 2,10-5,21) se asociaron con bacteriemia. Ningún factor se asoció con más del 2% de riesgo de bacteriemia.

Si se hubiera utilizado un riesgo de bacteriemia del 2% o más como límite para los antibióticos empíricos, se habría evitado la exposición a los antibióticos en el 78,4% (6.323 de 8.064) de los pacientes tratados empíricamente con bajo riesgo de bacteriemia.

Conclusiones y relevancia  

En pacientes con bacteriuria asintomática (BAS), la bacteriemia de una presunta fuente urinaria fue rara y ocurrió en menos del 1% de los pacientes con AMS.

Un enfoque personalizado y basado en el riesgo de la terapia empírica podría disminuir el tratamiento innecesario con ASB.

Discusión

En este estudio de 68 hospitales de 11.590 pacientes hospitalizados con bacteriuria asintomática (BAS), el 1,4% tenía bacteriemia de una presunta fuente urinaria y sólo el 0,7% de los pacientes con estado mental alterado (AMS) y sin signos sistémicos de infección la tuvieron. Ningún factor de riesgo confirió un riesgo de bacteriemia del 2% o más. Específicamente, la edad avanzada, la demencia y el cambio en el carácter de la orina no se asociaron con la bacteriemia.

Estos datos refuerzan la evidencia previa que destaca el bajo rendimiento de los cultivos de orina y sangre entre los pacientes hospitalizados sin signos sistémicos de infección y respaldan el no tratamiento empírico de pacientes con estado mental alterado (AMS) y sin signos sistémicos de infección.

Nuestro estudio destaca que la bacteriemia en pacientes adultos hospitalizados con bacteriuria asintomática (BAS) es rara, en comparación con estimaciones tan altas como del 24% al 56% en pacientes sintomáticos. La probabilidad de bacteriemia varía ampliamente según los factores de riesgo individuales, la presentación clínica y los hallazgos de laboratorio. Descubrimos que el grupo de mayor riesgo tenía una probabilidad media estimada de bacteriemia del 16,2% en comparación con el 0,09% en el grupo de menor riesgo.

Nuestro estudio también añade datos sobre marcadores de laboratorio que ayudan a identificar a los pacientes con riesgo de bacteriemia. Específicamente, los pacientes sin signos o síntomas específicos de ITU que desarrollaron bacteriemia tenían el doble de probabilidades de tener piuria con 25 o más leucocitos en el análisis de orina y también más probabilidades de tener leucocitosis sérica superior a 10 000/μL. En particular, ninguna característica confirió un riesgo de bacteriemia del 2% o más; más bien, los pacientes con riesgo elevado generalmente tenían múltiples hallazgos diagnósticos, comorbilidades o síntomas.

Las directrices de la IDSA para bacteriuria asintomática (BAS) destacan la escasez de evidencia sobre si la terapia antimicrobiana es beneficiosa para la bacteriuria en pacientes con delirium o AMS en ausencia de signos o síntomas específicos de ITU. Las directrices sugieren una estrategia de espera vigilante en pacientes con AMS y sin signos sistémicos de infección, mientras que recomiendan la terapia antibiótica empírica en pacientes con signos sistémicos de infección. Nuestros hallazgos respaldan esta estrategia, ya que los pacientes con signos sistémicos de posible infección tenían significativamente más probabilidades que aquellos sin signos sistémicos de infección (2,9% frente a 0,7%) de desarrollar bacteriemia.

Para obtener una imagen completa de la condición clínica de un paciente, utilizamos una ventana de infección de 3 días para evaluar los signos y síntomas y capturar datos de hemocultivos de acuerdo con las directrices nacionales. Nuestros datos también resaltan tasas insignificantes de bacteriemia en pacientes con AMS en ausencia de SRIS, hipotensión o leucocitosis, lo que respalda la seguridad de diferir la terapia antibiótica empírica en este grupo.

En el futuro, las intervenciones que proporcionen riesgos absolutos personalizados según los signos y síntomas que presenta un paciente podrían ser una forma de informar el uso empírico de antibióticos (o su evitación) basado en evidencia. En nuestros análisis, un enfoque basado en el riesgo reduciría la exposición innecesaria a antibióticos en casi el 70% de los pacientes con bajo riesgo de bacteriemia.

Existe poca evidencia científica sobre los factores de riesgo y la epidemiología de la bacteriemia de origen urinario, especialmente en adultos mayores. Estudios anteriores han demostrado que la diabetes, la inmunosupresión, el cateterismo y los escalofríos son factores de riesgo independientes para la bacteriemia de origen urinario. En nuestro análisis, los pacientes con diabetes, inmunosupresión y cateterismo no tenían mayor riesgo de bacteriemia en ausencia de signos o síntomas específicos de ITU. Esta discrepancia podría indicar que esos factores de riesgo son más prominentes en pacientes sintomáticos, un grupo que excluimos. Además, ninguno de estos estudios investigó umbrales de piuria específicos en el análisis de orina.

Trascendencia

Nuestro estudio tiene implicaciones importantes para la estratificación del riesgo de pacientes hospitalizados con bacteriuria asintomática (BAS). En primer lugar, estos datos garantizan que los antecedentes de demencia por sí solos no son un factor de riesgo de bacteriemia, probablemente porque la bacteriuria asintomática (BAS) es muy común en este grupo. En segundo lugar, si los pacientes tienen alteración mental y no pueden dar fe de tener signos o síntomas específicos de ITU, los médicos deben evaluar la respuesta inflamatoria sistémica (SRIS), la leucocitosis y la piuria al decidir quién podría beneficiarse del tratamiento empírico con antibióticos. Si el paciente con BAS no presenta signos sistémicos de infección, tiene un riesgo muy bajo de bacteriemia de origen urinario.

Finalmente, en el futuro, una calculadora de riesgo de ITU validada puede ayudar a determinar la necesidad de terapia antibiótica empírica en pacientes con urocultivos positivos y podría mejorar la precisión de las intervenciones de administración. El uso de estas estimaciones de riesgo personalizadas nos permitiría disminuir el tratamiento innecesario de la bacteriuria asintomática (BAS) sin retrasar sustancialmente la terapia empírica temprana en aquellos con mayor riesgo de bacteriemia.

Limitaciones

Nuestro estudio tiene limitaciones. En primer lugar, se trataba de un estudio observacional que dependía de la presencia de un urocultivo positivo y de la documentación de los signos y síntomas en la historia clínica. En segundo lugar, excluimos las infecciones concomitantes y, por lo tanto, es posible que no hayamos capturado el alcance completo de la ASB en pacientes hospitalizados. En tercer lugar, no tenemos datos relacionados con los distintos métodos de diagnóstico de eventos de ICD o los matices de los informes de urocultivos en todos los hospitales. En cuarto lugar, nuestro estudio solo captura la bacteriemia en pacientes con cultivos de sangre y orina que desarrollan el mismo organismo dentro de la ventana de infección de 3 días, por lo que puede pasar por alto a los pacientes para quienes no se obtuvieron cultivos de sangre u orina o se extrajeron después del inicio de los antibióticos. Sin realizar hemocultivos sistemáticamente a todos los pacientes, no es posible determinar la verdadera prevalencia de bacteriemia en esta población, pero nuestros datos reflejan la experiencia clínica. De manera similar, aunque excluimos a los pacientes con infecciones concomitantes documentadas, no podemos estar seguros de que toda la bacteriemia sea de origen urinario.

Además, se excluyeron los pacientes gravemente inmunocomprometidos y los que se encuentran en unidades de cuidados intensivos, donde el cálculo del riesgo o beneficio puede ser diferente. En la vida real, las decisiones a menudo se toman antes de que se conozcan los resultados del urocultivo (p. ej., basándose en análisis de orina); por lo tanto, para una población de todos los interesados, sobrestimamos el riesgo de bacteriemia.

Mensaje final
En nuestra cohorte multihospitalaria de 11.590 pacientes hospitalizados con bacteriuria asintomática (BAS), la bacteriemia de una presunta fuente urinaria fue rara. El riesgo de bacteriemia en pacientes que presentaban estado mental alterado (AMS) era insignificante en ausencia de signos sistémicos de infección (p. ej., leucocitosis o SRIS). Un enfoque personalizado y basado en el riesgo de la terapia empírica con antibióticos en pacientes sin signos o síntomas específicos de ITU podría disminuir el tratamiento innecesario de la BAS sin retrasar la terapia empírica temprana en aquellos con mayor riesgo de bacteriemia.